Vitoria. El Prado guarda el cuadro. El Principal baila hoy con él. Blanca Li regresa a la capital alavesa después de un par de años desde su última visita y lo hace con su versión en movimiento de El jardín de las delicias. Pintura y danza contemporánea se unen en una cita que arrancará a las 20.30 horas y para la que todavía quedan algunas entradas a la venta. A medio camino entre la poesía y el cabaret, la bailarina, coreógrafa, actriz y directora de cine compone su particular visión de la pintura realizada por El Bosco, un tríptico que en su día compró Felipe II para decorar su dormitorio y por el que Li confiesa una atracción especial desde que era pequeña. Con ella, el cuadro al que se le han atribuido diversos significados se convierte en algo "divertido, gamberro y un poco bonito, con muchos momentos de poesía, de belleza", dentro de un espectáculo "hecho como en dos tiempos", uno dedicado al mundo real y otro al mundo imaginario, describió la bailarina y coreógrafa antes del estreno de su nuevo montaje en el Festival de Danza de Montpellier. Dos universos que "se cruzan todo el rato", el actual es irónico, divertido, cabaretero, y el onírico, que evoca el cuadro, es más "poético", resaltó Li, quien estará acompañada sobre el multimedia escenario del Principal por otros ocho bailarines para dar vida y sentido a este nuevo trabajo. Al igual que el famoso cuadro, descubierto "a los doce o trece años de edad" en una visita con su colegio, Blanca Li promete a sus espectadores fantasía y sorpresas múltiples, todo dentro de su vocabulario habitual en el que humor y poseía son dos letras capitales. Aires clásicos, toques de musical americano, movimientos contemporáneos... Todo tiene cabida dentro de un montaje que empezó a dar sus primeros pasos de cara al público hace algo más de un año y que ya se ha recorrido numerosos escenarios tanto de Francia, donde suele residir la artista granadina, como del Estado. De la enigmática obra de El Bosco, que en su recorrido de los últimos momentos paradisíacos de Adán y Eva al Infierno revela un mundo sereno, jovial, delicioso y también monstruoso y siniestro, la coreógrafa consideró que sí, "es verdad que el cuadro es muy bestia". "Pero tiene una parte superbonita y poética, más en la parte animal y del paraíso, que en la parte de infierno y lo monstruoso", calibró. Con estos ingredientes, ayudada por la música y elementos visuales, Li compone esta versión particular, un montaje donde también se pueden leer las señas de identidad de esta creadora infatigable que siempre suele sorprender al espectador. Esta tarde volverá a intentarlo con el público gasteiztarra y su El jardín de las delicias.
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