Crecieron mordisqueando bocadillos de Nocilla delante de un Spectrum y gastándose la paga en las maquinitas arcade de los bares. Cien por cien autodidactas, hicieron sus pinitos cambiando el color de la pantalla del monitor y terminaron descifrando los entresijos de los más complicados programas. Ahora trabajan en aquello que les dejaba boquiabiertos de pequeños. Pero lejos de casa. "La única forma de ganarse la vida seriamente en los videojuegos es salir, no sólo del País Vasco, sino de España", sentencia Alejandro Camaño, un bilbaíno que, persiguiendo su sueño, ha ido a parar a Canadá. Más cerca, desde Barcelona y Madrid, los también vizcaínos Unai Landa e Ismael Raya corroboran que en Euskadi esta industria no ha prosperado. "Ha habido algún intento, pero los que conozco han sido bastante tímidos y no han ido bien", da fe Unai. "Hemos tenido que emigrar para enriquecer otros lugares en vez de nuestra tierra", se lamenta Ismael.

Alejandro Camaño > Montreal

"Todavía hoy no se considera serio trabajar en videojuegos"

Estudió en el colegio Amor Misericordioso de Bilbao, uno de los primeros, dice, que introdujeron una clase de informática en el temario. Sentado frente a un Commodore VIC-20, un ordenador doméstico de 8 bits, le enseñaron "algunos conceptos básicos con gran ojo para ser algo tan novedoso para la época", alaba Alejandro, a sus 37 años. Enredando, aprendió a hacer "cosas simplonas, como dibujar un círculo o una raya en la pantalla" hasta que su madre, "que es una santa", le compró el Spectrum 48K. "Lamentablemente, entonces no había mucha información y mucho menos en Bilbao, ya que toda la industria se concentraba en Madrid. Así que ibas aprendiendo de oídas, te comprabas algún librillo escaso o revistas especializadas y probabas cosas por tu cuenta", recuerda viejos tiempos.

Byte a byte, invirtiendo muchas horas en el teclado, se fue formando y realizó una incursión en el sector audiovisual. "Entre otros trabajos, hice los dibujos de Karlos Arguiñano y Txantxangorri que salían en el programa de cocina y también participé en alguna serie y una película de animación". Su paso por varias academias, como profesor de informática, le permitió sobrevivir una temporada y, finalmente, dio el salto a Madrid, donde trabajó, de la mano de Pyro Estudios, en Commandos: Behind the enemy lines, "uno de los mejores videojuegos que se han hecho en España", con más de un millón y medio de unidades vendidas en todo el mundo. "Quizás con las cifras que se mueven ahora en Xbox 360 o PS3 puede parecer poco, pero para la época fue un bombazo sin precedentes", contextualiza.

Tras su paso por las empresas Dynamic y Revistronic, en Madrid, Alejandro metió el anorak en la maleta y se mudó a Canadá tentado por Ubisoft Montreal, donde ha trabajado como technical lead, programador 3D y programador de inteligencia artificial en videojuegos como Assassin"s Creed II. Con algo más que conocimiento de causa, tras su periplo, este bilbaíno esboza las razones por las que no existe una industria potente de videojuegos en España. "Todavía hoy trabajar en videojuegos no parece ser aceptado como un trabajo serio, aun demostrándose que es un sector que genera muchísimos beneficios y que se ha mantenido estable en tiempos de crisis, como estos. Además, no se ayuda a la formación ni a la creación de empresas relacionadas con los videojuegos. Creo que sólo Cataluña cuenta con un programa de ayudas", apunta.

Sin perder la esperanza de poder regresar a Euskadi -"estaría encantado de volver si hubiese un proyecto viable"-, este profesional enumera las dificultades existentes. "Para sacar adelante una industria tan competitiva como esta se necesitarían mas ayudas del Gobierno o del sector privado, planes de formación para generar profesionales cualificados y, por supuesto, dejar de pensar en esta industria como si fuese un juguete para niños, ya que hoy por hoy es un sector que genera mas beneficios que el cine o la música", destaca.

Alegre porque la capital vizcaina acogerá el próximo curso el primer centro europeo de formación en videojuegos, impulsado por la Cámara de Comercio y DigiPen USA, Alejandro pone sus peros. "Si esto no se acompaña de ayudas para traer empresas de videojuegos, estos alumnos acabarán marchándose al extranjero a trabajar", advierte. Prueba de que esta industria "no se toma en serio", dice que ni siquiera la Sociedad General de Autores, siempre dispuesta a recaudar, protege sus derechos. "En el top manta también hay videojuegos, pero en los medios sólo se habla de lo mala que es la piratería de la música. Para un videojuego el CD es el único ingreso, ya que nosotros, afortunadamente, no podemos dar conciertos. Cuando las SGAE recauda dinero de los CD o DVD, no piensa en nosotros como alguien afectado con quien repartirlo. Sólo se piensa en la música. Esta es otra faceta más de cómo se ignora a esta industria en España", se lamenta.

Ismael raya > Madrid

"En el País Vasco el sector es virtualmente inexistente"

Lo suyo con los videojuegos fue un amor a primera vista. "Con 6 ó 7 años fui a casa de un amigo que tenía una consola Atari y me quedé enganchado. Más tarde no paré hasta conseguir que mis padres me comprasen un ordenador personal", rememora Ismael Raya, "autodidacta desde los 13 años", que simultaneó sus estudios de Informática "con una pasión casi enfermiza por la programación de demos gráficas para el ordenador Amiga".

Tras sus escarceos con las computadoras, ante la falta de oferta laboral en el sector del videojuego en Euskadi, se trasladó a Madrid y se sumergió de cabeza, de la mano de un amigo, en Pyro Studios, donde ha sido jefe de programación de Commandos 3, Strike Force y Planet 51 para Wii. En esta misma película está ambientado el videojuego on line masivo en el que trabaja actualmente como responsable de uno de los equipos de programadores.

Con once años de experiencia a sus espaldas, Ismael no vacila al diagnosticar los males del sector en el Estado. "Está en momentos bajos. Estamos en un periodo de crisis y cambios, con empresas que cierran o se reconvierten. Es un momento difícil para crear empresas nuevas. Creo que habría alguna posibilidad en encontrar proyectos para hacer por encargo de grandes productores extranjeros, sobre todo japoneses, tal y como está haciendo Mercury Steam. No hay sitio en el mercado ahora para productos novedosos propios", argumenta.

Posando la lupa en Euskadi lo que ve no es muy esperanzador. "En el País Vasco estamos como siempre, el sector es virtualmente inexistente. Allí no ha habido ni hay ninguna empresa relevante de videojuegos, aunque sí hay mucha gente preparada y con ilusión", subraya. Puesto a especular sobre los motivos de que la industria del videojuego no haya echado raíces en tierras vascas, Ismael dirige su mirada a Madrid y Barcelona, donde sí ha germinado.

"La gente con experiencia era hace años escasa y procedente de sitios muy variados de la geografía. Madrid tiene la ventaja de estar en el centro, por lo que es mucho mas fácil conseguir que la gente acuda aquí que al País Vasco. Esto es muy importante a la hora de que un empresario decida la ubicación de su empresa", señala. Respecto a la ciudad condal, dice que "es cuna de varias empresas de videojuegos gracias, entre otras cosas, a los incentivos promovidos por la Generalitat. El País Vasco ni está en el centro, ni incentiva la creación de empresas del sector", remata.

Aunque valora positivamente el centro de formación en videojuegos que se creará en Bilbao, este baracaldés de 38 años no echa las campanas al vuelo. "No está mal, pero dudo que sirva para crear industria. Esperemos que al menos sirva para que Bilbao suene como posible destino para abrir sucursales de productoras grandes", confía. Mientras tanto, lanza un mensaje a los políticos. "Se necesita incentivar al sector empresarial para que se creen estudios de videojuegos y quienes se formen no se escapen de Euskadi. Tenemos que dejar de ser un exportador de profesionales".

Unai landa > Barcelona

"Atraer mano de obra cualificada es un reto"

Su regalo de comunión fue un Spectrum 48K, un ordenador que, dice, marcó "un punto de inflexión" en su corta vida. Tras intentar crear, sin éxito, una empresa de internet en Euskadi, se marchó primero a Madrid, donde trabajó para varias empresas, y después a Barcelona, donde coordina el equipo de tecnología I+D de Digital Legends Entertainment.

Consciente de que "atraer mano de obra cualificada es un reto", Unai Landa aplaude el nuevo centro que se implantará en Bilbao porque "el hecho de que haya gente formándose tan cerca es una gran ventaja". A la espera de que dicha infraestructura sirva de revulsivo para la industria vasca, este joven de 34 años achaca el panorama actual a que "montar un estudio es una inversión cara y arriesgada, de la que no se obtienen resultados a corto plazo, ya que es muy posible que los primeros proyectos los hagas sin margen e incluso perdiendo dinero". Su regreso a casa aún es una incógnita. "Este sector es bastante movidito. Te diría que nunca digas nunca jamás. Ninguno sabemos dónde vamos a estar dentro de cinco años".