CUALQUIER avizor navegante de la empresa sabe que lo más importante para que el negocio marche viento en popa es atender a los clientes, satisfacer las demandas del mercado y adivinar la deriva del consumo para adecuarse al nuevo rumbo y mantener creciente el beneficio empresarial. En las actividades económicas, el empresario conoce la dinámica de ventas y clientes, al día. Por el contrario, la radiodifusión se maneja a lo largo del año con tres medidas del mercado y consiguiente comportamiento de la audiencia con los programas ofertados. Los gestores de la radio española se apañan con estos escasos datos para decidir el mantenimiento/modificación de la parrilla de programación y así hacer frente a las demandas del mercado. Desde hace dos décadas, la fotografía del reparto de la audiencia en la radio parece una foto fija que repite con machacona insistencia las líneas estructurales de fuerza del consumo radiofónico. En el campo de la radio convencional o generalista, la SER mantiene una insultante superioridad y distancia que le proporciona una posición de poderío a la hora de contratar publicidad o capturar exclusivas informativas. A gran distancia navega la competencia: COPE, Onda Cero, Punto Radio y las autonómicas que se reparten las migas del banquete con alguna excepción en Andalucía, Catalunya y Euskadi. Este modelo no parece amenazado y se mantiene la inercia del consumo que propicia que se mantengan inamovibles formatos, modelos y estilos radiofónicos. Entre las siete de la mañana y las dos de la tarde, la radio se bate el cobre y los resultados siguen apuntalando a los de siempre. El resto se contenta con ligeros avances o retrocesos que no remueven el marco comercial y permiten mantener los pequeños negocios de la radiodifusión española. Lo dicho, calma chicha y que comiencen el 2010 con viento favorable.