En los últimos meses, mirando al País Vasco y Navarra, aparecen problemas con la gestión del centro de arte de Huarte, polémicas con un posible segundo Guggenheim mientras colea el desfalco del primero, críticas a la elección de los nuevos responsables en la sala Rekalde... Álava es una pequeña isla, por el momento, pero ¿qué pasa para que sea ésta la imagen que se traslada?
Que han pasado un montón de cosas muy lamentables, pero bueno, el arte contemporáneo no son sólo los equipamientos. Tenemos artistas, comisarias y comisarios, críticos y críticas... es un tejido muy rico de gente. Desde el punto de vista de las instituciones públicas se han tomado una serie de decisiones un tanto desacertadas pero son procesos y así deben ser entendidos. En lo que respecta a Álava, Vitoria está en un momento muy bueno desde el punto de vista de los equipamientos y de la posición que tiene para trabajar con la comunidad artística del contexto más cercano. Es una concentración interesante. Vitoria ha hecho una apuesta decidida por la cultura desde diferentes instituciones con distintos colores políticos y está en un momento muy bueno para la ciudad. Y eso lo dice todo el mundo que viene y cada vez más. Estamos en una situación privilegiada que es buena también para el contexto porque es un foco rico en recursos, en equipamientos y en gente.
Centros, museos, agentes que van abriendo cada vez más la puerta a nuevas generaciones. En un país en el que muertos Chillida y Oteiza parece para algunos que el arte contemporáneo no tiene futuro ¿hay cantera?
Hombre, eso de Chillida y Oteiza es como para gritarte. Han pasado y están pasando muchas cosas, como es lógico. Hay una cantera fantástica. Si miras dentro del panorama estatal la cuota de artistas vascos y vascas que suelen tener cierto reconocimiento, verás que es significativa. Y no sólo hablo de artistas. Hay gente que está haciendo las cosas muy bien. Mira, por ejemplo, una de las personas de después de Oteiza y Chillida es Juan Luis Moraza, que estará en Montehermoso este enero. Vamos a inaugurar una exposición con él y estamos muy ilusionadas. Y como él otros nombres.
Si se mira a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco, la presencia de ellas es cada vez mayor. ¿Es algo natural que no merece mayor comentario más allá de lo que cada una sea capaz de producir o es para sentirse contentos?
Aquí hay dos cosas. En las fases formativas suele haber más mujeres, pero en la realidad hay una resistencia que se ocupa de que no terminen ese proceso completo de profesionalización y lleguen a los grandes museos. Eso es lo que hay que corregir. Es un problema que es más fácil corregir ahora que hace 40 años. Es una alegría que las mujeres puedan ir a las facultades pero determinadas situaciones siguen estando ahí. Por eso la experiencia de Montehermoso es gratificante porque ves que no hay una razón, desde los parámetros del arte, para excluir a las mujeres. Las razones son de otro tipo, que es lo que se llama sexismo. Eso hay que erradicarlo. Y hay gente que no lo ve. Dicho esto, que hay que tomar medidas para corregir esas situaciones, no tiene ningún sentido aislar a las artistas fuera de las categorías de arte estandarizadas. Es un insulto apartarlas. Por eso Montehermoso es interesante. Nosotras hemos optado por diferenciar: una cosa es el sexo de la artista, esto es, que sean mujeres sólo significa eso y el centro garantiza que tengan igualdad de oportunidades aquí; y otra cosa es la perspectiva feminista, que tiene que ver con una manera de ver el mundo y con una ideología concreta. Nosotras creemos que la perspectiva feminista es uno de postulados críticos fundamentales para entender mejor el mundo contemporáneo y para mejorarlo. El feminismo es conocimiento que sirve para la sociedad.
Aunque no existe en el Estado un centro como Montehermoso, sí es cierto que cada vez más se organizan determinado tipo de exposiciones o ciclos sobre estas cuestiones de igualdad y feminismo. ¿Eso es motivo de orgullo viendo que otros se fijan en lo que aquí se hace o le da un poco de rabia la copia?
No me tengo en tal alta estima. La igualdad es uno de los grandes temas contemporáneos y, por lo tanto, es muy normal que otros centros estén haciendo esas cosas. La pena es que lo están haciendo de forma esporádica. Me parece que van lentos, que tienen que pisar el acelerador. Estamos en el siglo XXI, en un mundo que está en constante cambio y en el que no se pueden seguir manteniendo las desigualdades sociales.
Pero son muchos, y con fuerte presencia pública, que cuando se habla de igualdad se lo toman a broma. Con la ministra del ramo se han hecho chistes de todo tipo en tertulias y medios de comunicación. ¿pero no estábamos en el siglo XXI?
Sí, sí. Estamos en el siglo XXI pero con diferentes temporalidades. Hay gente que está a la vanguardia del siglo XXI y hay gente que es un remanente del siglo XIX. Esa es la resistencia estructural de la que hemos hablado. Las luchas sociales tienen diferentes intensidades pero suelen ser costosas y con este tema llevamos 300 años.