No ostenta el récord del mayor divorcio exprés, pero casi. La asiliconada actriz que durante años vigiló las playas de Santa Mónica con diminutos biquinis y atinado ojo avizor (marca televisiva de los 90), no acaba de acertar en el amor. Cinco matrimonios, cinco tortuosos divorcios y ahora un efímero desposorio de solo semana y media. Su ya exmarido, atónito, asegura que la rubia más famosa del mundo “quería saldar una deuda de 180.000 euros”. Ella, por su parte, le tacha de “controlador”.
Pamela Anderson ya no rescata náufragos, pero sí practica aguadillas al amor. Al menos al buceo amoroso de sus propias parejas. Marcándose una excentricidad más propia de Britney Spears, que se divorció de su marido 55 horas después de entonar muy perjudicada el sí, quiero más conciso de la historia, la exvigilante de la playa más famosa del mundo solo ha tardado doce días en separarse de su nuevo marido, el productor cinematográfico Jon Peters. Un señor bronceado de dientes blancos y pelo aún más níveo, mezcla de El Puma y el propio David Hasselhoff, que no halla consuelo ante tal abandono. “No hay más tonto que un viejo tonto”, exclama compungido estas semanas a las revistas americanas del corazón. Y razón no le falta.
Según las malas lenguas, que en Estados Unidos redactan cada miércoles en Page six, el empresario acusa a la actriz de “solo perseguir su dinero”. ¡Nada de amor, solo pasta! “Dejé todo por Pam. Ella debía 200.000 dólares (más de 180.000 euros) en facturas y no tenía forma de pagarlos. Así que lo hice yo, y este es el agradecimiento que he recibido”, ha detallado a la prensa rosa. Pero como en cada drama siempre hay dos salseos, la versión de la mítica CJ (su inolvidable mote playero) dista mucho de la de su ex. El enlace se celebró el pasado 20 de enero, pero Pam decidió romper de inmediato la alianza eterna porque su churri “es un hombre demasiado controlador”. Algo que, al parecer, no percibió mientras escogían mansión, tomaban helados o diseñaban visillos para su nuevo hogar californiano. Por cierto, detalla también que la culpa se debe a una “limpieza espiritual” a la que se sometió en la India y que le dejó “el corazón muy abierto”. ¡Que una también es mística!
Divorcio arriba, separación abajo, lo que está claro es que más que los productores y los señores bien, a Anderson siempre le han ido los chicos malos. Esos que miran con recelo, mascan chicles de hierbabuena y se tatúan lemas horteras como En mi barrio te vacilo y en el tuyo marco estilo. Cinco matrimonios (dos veces caminó hasta el altar con Rick Solomon) y cinco divorcios (también con Kid Rock y Stephen Dorff) engordan su ajetreada agenda amorosa. Una intensa vida matrimonial más rápida, breve y fugaz que el enfado de Christopher con Fani.