Este pasado verano, paseando por la playa con una amiga, le comento que ya no se ve tanta gente mayor paseando por la orilla como antes. Mi amiga frena en seco. Me mira a la cara. Perdona, querida, me dice entre risas, la gente mayor ahora mismo somos tú y yo. Me quedo sin palabras. Dejo de meter tripa. Hace unos años: Mi madre ingresa en una residencia, con casi 90 años. Mira a un lado, mira al otro. Nos pregunta, molesta: Pero, ¿a dónde me habéis traído? Aquí no hay más que viejos. Son solo dos ejemplos. Está claro. Nadie es viejo, ni vieja. Son siempre las y los otros. Y es que no es fácil reconocer que has envejecido cuando la sociedad en la que vives desprecia a la gente mayor, y nos hace sentir a quienes estamos en camino que está prohibido envejecer. A mí y a las mujeres de mi edad, por ejemplo, el algoritmo nos recuerda diariamente que es una anormalidad no ser eternamente joven y que si envejecemos es por nuestra culpa, porque no aprovechamos los beneficios del ácido hialurónico y el retinol, no practicamos diariamente gimnasia facial, no hacemos pilates de pared para mujeres de más de cincuenta, no aprendemos a maquillarnos para elevar el rostro y disimular las ojeras, no activamos nuestro colágeno con radiofrecuencia… Vamos, que si no estamos como Demi Moore con sesenta es por vagancia y dejadez. Pues ya va siendo hora de hacer frente a esta dictadura que nos hace sentirnos mal por algo tan natural e inevitable como envejecer. Es hora de plantarnos, de hacer oídos sordos a este ataque diario y de decirle al algoritmo y a todo el mundo que envejecer digna y conscientemente es una gran virtud. Que hay una gran belleza en envejecer de manera elegante, consciente de lo que pierdes, pero también de todo lo que vas ganando con los años: experiencia, saber estar, sentido del humor, comprensión, sabiduría… Y que todo eso nos hace más bellas y bellos para quien tiene la suficiente inteligencia de apreciarlo. Es lo que le contestaré a mi amiga este verano, con un año de retraso, mientras paseamos por la orilla como la gente mayor. La bella gente mayor.
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