Ya comenté en otras ocasiones que siento la realidad como una serie cuyo responsable, para mantenernos en vilo, inventa cada tanto un nuevo exceso, repitiendo el mecanismo que le valió el éxito la primera temporada. El miércoles, cuando ya se habían producido cientos de muertos (aunque sólo teníamos aún imágenes de la riada llevando coches y puentes), todavía los periódicos de derechas se atrevieron a esconder la noticia de la catástrofe en un segundo plano frente al acoso judicial contra la mujer del presidente del gobierno. Pero la realidad de la DANA necesitaba de un giro de guión para que la gente siguiera pegada a la tele, al móvil, al chat. Rescataron lo del piove, porco governo que es un refrán que ha tenido más éxito en España que en el italiano del que dicen que procede, aunque ahora fijándose en la Aemet y en la ciencia, porque la ciencia y la meteorología había avisado de lo que aparecía en los modelos. Al politizar la temperie se conseguía justificar la inoperancia de unos políticos que miden más el efecto en reputación en las redes y en luchas intestinas y finalmente en votos que en considerar cosas como alertas de color rojo. En algún seminario de formación de mandos de la derecha les recuerdan el cuento del pastor y el lobo, digo yo, y por eso deciden que mejor justificar que no actuaste con celeridad a los que avisaron de que venía porque son unos exagerados. Y además sicarios del gobierno (el malo, el central, el de la lluvia). En esta semana vemos una vez más que da igual que este haya sido un primer golpe y que van a llegar más porque el Mediterráneo es un horno que genera episodios extremos; y que solamente con suerte podremos librarnos y solamente con una gestión seria y avalada por los criterios científicos evitará tanta pérdida, tanto dolor.
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