El Gobierno español ha anunciado la introducción de la baja flexible, una medida que pretende reformar el sistema actual de incapacidad temporal. Esta nueva modalidad permitirá a los trabajadores con dolencias leves o en proceso de recuperación mantener una actividad laboral parcial, en lugar de ausentarse completamente del trabajo.

Esta medida se presenta como una solución intermedia entre la baja médica tradicional y la plena actividad laboral. Los empleados podrán reducir su jornada laboral hasta un 50%, percibiendo una prestación proporcional por el tiempo no trabajado.

La implementación de esta medida plantea numerosos desafíos y preocupaciones. Los médicos se enfrentarán a la difícil tarea de evaluar qué casos son aptos para la baja flexible, posiblemente bajo la presión de reducir las bajas completas. Existe el riesgo de que los trabajadores se vean coaccionados para optar por la baja flexible, incluso cuando necesiten un reposo total. Por no hablar de que las empresas deberán adaptar sus sistemas para acomodar estos nuevos horarios flexibles, convirtiendo la gestión de personal en un auténtico Tetris laboral, además de que la prestación económica será proporcional al tiempo no trabajado

Mientras el Gobierno sostiene que la baja flexible modernizará el sistema de incapacidad temporal, adaptándolo a las necesidades actuales del mercado laboral, cabe cuestionarse si esta “modernización” no es más que un eufemismo para recortar derechos laborales y sanitarios. En un contexto donde la conciliación y la salud mental son cada vez más importantes, además de suponer a las empresas una planificación imposible y productividad cuestionable ¿es esta realmente la dirección en la que deberíamos avanzar?

En fin, parece que en España ya no solo tendremos trabajo flexible, sino también enfermedades flexibles. Quién sabe, quizás la próxima innovación sea el “salario flexible”.