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En esencia

Javier Armentia

Activismo

No pensaba yo que a mi edad fuera a verme en activismos que me reclaman, a los que he respondido. Tomar partido me viene motivado por esa polarización creciente de lo que un día fue diálogo social y ahora es diálogo de sordos; el rebuzno y los gritos como intercambio de opinión en tantas redes sociales. Así me he sumado a la queja de mucha gente buena y auténtica que por defender su derecho a ser como son resultan acusadas e insultadas, gentes trans con las que reclamamos de una vez la aprobación de esa ley ya consensuada y promovida por un amplio sector social implicado, feminista y LGTBI, que permite reconocer y proteger sus derechos y los de toda la ciudadanía, lejos de tanta mentira y pseudociencia que vierten algunas personas que antes supieron luchar por los derechos de todas las personas. Y estas semanas veo compañeras y compañeros de la cosa de la ciencia exponerse a mostrar su desobediencia pacífica pero inclemente con un sistema que nos conduce al colapso social y climático. Allí en Alemania se han juntado de países de toda Europa, porque estos temas nos afectan en esa escala global que necesita de acciones contundentes, de hablar claro. Después de intervenir en un foro de salud global, de protestar ante los responsables de las finanzas por la deuda impagable que se lleva al clima por delante en los países más empobrecidos, de paralizar el tráfico delante de los responsables del transporte que sigue sin abordar una completa descarbonización, se pasaron casi dos días pegados a la exposición de coches de lujo de una importantísima marca de vehículos, la misma que mintió y engañó sobre sus emisiones de gases nocivos para la salud, que hace lobby para mantener sus prebendas, y que nos resulta tan necesaria para la economía de esta tierra, pero a la que nadie se atrevió a fiscalizar adecuadamente. El activismo no es nunca amable con el laissez faire laissez passer con el que se siguen enriqueciendo unos y siguen perseguidas otras. Es más sencillo no decir nada, mirar condescendiente a quienes se manifiestan, agarrar lo que tenemos y suspirar esperando que nuestros privilegios se mantengan. Pero cada vez más sabemos que no actuar no es nada ético. Nada.