Cada vez más pienso que somos unos seres binarios con memoria fugaz. O que hemos dejado que nos hagan así. Confieso que no sé exactamente cómo hemos llegado a esto, pero que lo somos, lo tengo claro.

Somos binarios y de memoria fugaz porque se nos olvidan las cosas. Lo que importaba mucho deja de importar porque otra cosa ocupa su espacio. Se nos ha olvidado la pandemia. Se nos está olvidando la guerra de Ucrania, ahora que nos dicen que todo va bien, salvo el peligro nuclear al que no queremos prestar atención. Y se nos olvida –o no queremos saber– que tenemos dos regímenes en la UE, –Polonia y Hungría– que tienen serias similitudes con Putin. Y que Polonia retiene ilegalmente a un conciudadano periodista –Pablo González– cargándose todas las normas garantistas establecidas en lo que todas y todos consideramos un Estado de Derecho.

Lo del Colegio Mayor Elías Ahuja en Madrid es escandaloso. Y ha conseguido que pasemos a segundo plano todo por lo que luchan las mujeres en Irán. ¡Ojo! ¡Que nadie me acuse de minusvalorar lo del Elías Ahuja! No es así. Mi crítica no va de hacer comparaciones desafortunadas. Mi crítica está en que parece que sólo podemos prestar atención a una cosa a la vez. A lo de Irán le prestamos mucha menos atención y de los sufrimientos de las mujeres en Afganistán directamente nos olvidamos. Estar lejos no es excusa.

¿Y qué decir de aquello que sencillamente no consigue atraer nuestra atención? ¿Qué decir de los 6.500 trabajadores inmigrantes que, según informan los medios, han muerto esclavizados construyendo lujosos estadios, hoteles, aeropuerto y carreteras para el mundial de fútbol desde que les concedieron la organización del Mundial a Qatar? Las estadísticas oficiales distan mucho de esta cifra, ¡cómo no! No nos vamos a olvidar de ellos porque sencillamente no queremos saber nada de ellos. Son hechos molestos que van a estropearnos el fútbol, así que ni atraen la atención.

¿Ustedes van a ver el Mundial? Pues yo no.

@Krakenberger