a paciente ciudadanía consumidora de medios, básicamente tele, se levanta cada mañana con una buena ración de imágenes que le mantienen al tanto de los avatares de la guerra de Ucrania, en vivo y en directo, estando ya familiarizada con las ciudades de la guerra, los personajes de la contienda y los movimientos de las tropas rusas y ucranias, en una pelea brutal con miles de muertos que el paciente televidente va acumulando jornada tras jornada, en macabra contabilidad de niños, embarazadas, abuelas y abuelos, seres humanos pillados en el fragor de la batalla. El pasado 24 de febrero comenzaron las hostilidades y a partir de esa fecha la guerra con toda su panoplia de circunstancias se asoman a nuestra cotidiana vivencia de una brutal pelea a través de los medios en su particular despliegue, acercando muertos, batallas y geografías a nuestro cuaderno de muertes, desgracias, tormentos, torturas y cadáveres regando las calles de las ciudades ucranianas asaltadas por las tropas rusas en un deseo de dominio y aniquilación. El argumento principal de esta enloquecida paranoia de Putin y sus secuaces es la toma, el asedio, la rendición de una ciudad Kiev que como nuestra llorada y masacrada Gernika pasará a la lista de locuras humanas por su potencia destructora y vesania asesinas. La locura desatada de este hijo de Satanás, a quien espera el Tribunal Internacional de La Haya para juzgarlo por crímenes de guerra. La tele con machaqueo insistente nos recuerda cada amanecer que persiste la violencia organizada y desatada de los ejércitos, nos muestra los cañones rugientes, los cuerpos muertos congelados, las miradas perdidas y asustadas de los niños por el sonido de sirenas y alarmas de bombardeo que machacan el alma de los infantes. Terror, terrorista, terrorismo, política enloquecida de Iván el terrible de nuestros días; y toda esta crónica en vivo y directo por la tele convertida en testigo brutal de apocalipsis guerrera y sanguinaria. Miles de vidas truncadas a diario en las heladas tierras de una doliente Ucrania. Exilio, sufrimiento, dolor y muerte.