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Más que palabras

Diario de la segunda ola (6)

Diario de la segunda ola (6)

etesto el papel de pájaro de mal agüero, pero no me queda otra que afirmar que vamos de cabeza otra vez a la prisión domiciliaria, digo al confinamiento en casa. Lo huelo en las declaraciones de las autoridades, demasiado parecidas a las que suelan gastar los presidentes de los clubs de fútbol antes de darle la patada al entrenador. Sospecho, por lo demás, que en cada comparecencia o canutazo nos dan información ya caducada. Van dos capítulos por delante del común de los mortales o del plumilla corriente y moliente y les cuesta disimular que manejan previsiones que rozan lo terrorífico.

Y luego está la calle, con buena parte de mis congéneres apurando el agua, o sea, las birras, los crianzas y los gintonics para llevarse eso por delante cuando volvamos al chape, a los aplausos de las ocho, la tortura musical de Manolo y Ramón y el bingo entre balcones. Me temo, en todo caso, que la mayoría solo son vagamente conscientes de la que se nos viene encima. Entre la candidez y el egoísmo extremo, muchos siguen preguntando si tras las últimas restricciones podrán ir este fin de semana a cazar, a por setas, a ver a Bisbal, a la jamada prevista en el txoko, a la ruta del vermú a la que se habían apuntado hace un mes, o como en la célebre duda resuelta por la Policía Municipal de Bilbao, a echar un polvo.