Desde la segunda mitad de julio, la lluvia de meteoros de las Perseidas surca el cielo nocturno, con intensidad creciente hasta las 50 estrellas fugaces por hora que se prevén para mitad de agosto.
También conocida como las Lágrimas de San Lorenzo, esta lluvia de estrellas fugaces es probablemente la más popular del año porque su observación coincide con la práctica de actividades nocturnas al aire libre propias del verano. Sin embargo, la contaminación lumínica de las ciudades dificulta cada vez más disfrutar plenamente de este espectáculo astronómico, por lo que conviene observar en zonas despobladas.
Las Perseidas son restos del cometa 109P/Swift-Tuttle, que orbita alrededor del Sol aproximadamente cada 133 años. Al acercarse a nuestra estrella, este cometa libera polvo y partículas sólidas que quedan esparcidas en el espacio formando una cola que la Tierra -y también la Luna- atraviesa cada año entre mediados de julio y finales de agosto.
Noche mágica
Estos pequeños fragmentos, llamados meteoroides, entran a gran velocidad en la atmósfera terrestre -más de 210.000 kilómetros por hora- y, al rozar el aire, se calientan hasta alcanzar unos 5.000 grados centígrados, desintegrándose en un destello brillante conocido como meteoro o estrella fugaz. En ocasiones, partículas mayores generan bólidos, destellos mucho más intensos y espectaculares.
La actividad de las Perseidas en 2025 alcanzará su pico la noche del 12 al 13 de agosto, aunque tanto la noche anterior como la siguiente serán también muy propicias para observarlas. En esta ocasión, la Luna estará en fase de cuarto menguante, apareciendo en el cielo alrededor de la medianoche con un brillo considerable que dificultará la observación de las estrellas fugaces más débiles. En condiciones ideales sin interferencias lumínicas, podrían observarse hasta 100 Perseidas por hora, pero lo más probable es que sean unas 50 las visibles.