Muchas familias usan aplicaciones de control parental en los dispositivos, y eso les hace pensar que ya está todo controlado. Con esas aplicaciones se puede monitorizar y establecer cómo se van a usar los dispositivos, cuánto tiempo, qué tipo de aplicaciones pueden usar o el tipo de contenidos que pueden ver en internet, pero no se puede controlar lo que los menores hacen en las redes sociales.
Además, cuando los menores pasan a secundaria, parece que por arte de magia los riesgos de usar redes sociales disminuyen y que no tiene importancia que aumenten el tiempo de uso de pantallas.
Muchas familias tienen interiorizada una forma de pensar que está muy extendida en la sociedad: “Hay un problema con los menores y el mundo digital pero mis hijos e hijas están a salvo, a ellos no les va a pasar nada. Los menores de los demás están en riesgo pero los míos no, aunque hagan exactamente lo mismo que los de los demás”. Es el llamado sesgo del optimista, que nos lleva a pensar que cuando realizamos una acción potencialmente peligrosa, el peligro disminuye si lo hacemos nosotros porque “controlamos”.
En las charlas que doy con familias ya no se cómo explicar que si no seguimos las pautas recomendadas todos los menores, niños y adolescentes, están en riesgo en el mundo digital, todos. Las familias lo escuchan y están de acuerdo. Pero luego sus hijos e hijas siguen usando las redes sociales como hasta entonces, viendo Youtube o TikTok, subiendo vídeos, hablando con otros usuarios… Al hablar otra vez con las familias, dicen que sí que “siguen utilizando las redes sociales pero que está controlado”. Lo siento, pero no, no está controlado. No se puede controlar.
Ataques online en casa
La mayoría de ataques online de pederastas se realizan cuando los menores están en casa y su familia está en el cuarto de al lado. Un 33% de los menores sufren contactos de adultos con intenciones sexuales y los pederastas lo intentan con muchos más según el último informe de la Guardia Civil y La Fundación Mutua Madrileña Estudio sobre la violencia sexual contra la infancia y la adolescencia en el ámbito digital, publicado junio de 2024.
Violencia digital
Cuando se conoce que hay un caso de ciberacoso, las familias de la víctima y de la persona agresora se sorprenden porque no sospechaban nada, pensaban que todo estaba controlado. Unicef calcula que el 75% de menores sufre violencia digital, no ciberacoso, pero sí violencia. En el último estudio que la Fundación Cola Cao hizo junto con a la Universidad Complutense de Madrid, vieron que casi todos los menores usan internet sin control y que no hablan en casa con sus familias sobre lo que ven o lo que hacen en en el mundo digital.
En las redes sociales se difunden desinformación y discursos que dan bastante miedo. Los algoritmos, para llamar la atención de los chicos adolescentes, les muestran propaganda de extrema derecha, contenido misógino y violencia. El 40% del contenido de TikTok tiene que ver con la pérdida de peso y los algoritmos también difunden constantemente contenidos sexualizados para retener más nuestra atención.
Pornografía
Cuando muchos menores cuentan a sus familias qué tipo de pornografía ven, los padres alucinan porque no se esperan que sus hijos e hijas vean pornografía. Desde hace unos años, profesionales de diferentes ámbitos relacionados con el mundo digital venimos advirtiendo de que la mayoría de niños y adolescentes que usan redes sociales ven porno, casi todos. Aún así, las familias se sorprenden cuando descubren que sus hijos ven porno porque “los hijos de los demás a lo mejor sí, pero los míos no”.
Creadores de contenido pornográfico promocionan sus cosas en redes sociales como Instagram, YouTube o TikTok, porque es la forma de conseguir más seguidores y de ganar más dinero. Al promocionarlos, en lugar de utilizar la palabra PornHub (la web pornográfica más grande) utilizan el término Youtube naranja para que las plataformas no les censuren los vídeos. Y si alguien ve alguno de estos vídeos, los algoritmos van a enseñarle constantemente vídeos parecidos de personas parecidas, y va a ser más probable acabar viendo porno cada día, porque con dos clics ya podremos salir de la red social y entrar en la web porno.
Salud mental
Cada vez hay más investigaciones que explican las consecuencias negativas que las redes sociales pueden provocar en la salud mental de los adolescentes: desórdenes alimenticios, dismorfia corporal, autopercepción negativa, ansiedad e incluso depresión entre otras cosas. Ya hay niñas y chicas adolescentes que sufren de cosmeticorexia, la preocupación desmedida por productos de belleza y rutinas de cuidado de la piel. Sin embargo, muchas familias siguen pensando que sus hijos e hijas no las sufren ni las van a sufrir.
Estos son unos pocos ejemplos de algunas cosas que ocurren cada día en las redes sociales. Pero da lo mismo cuántas investigaciones haya disponibles, da lo mismo las noticias que veamos, o si en nuestra ciudad, pueblo o barrio ocurren casos graves. Da lo mismo lo que hagan sus hijos e hijas, las familias siguen pensando que sus menores no están en riesgo y lo seguirán pensando hasta que les suceda algo grave. Y entonces se preguntarán cómo ha podido suceder si todo estaba controlado. No se pueden controlar, las redes sociales no son para menores.