Aunque las apps establecen en sus términos de uso que son exclusivas para mayores de 18 años, hay menores que las utilizan para contactar con adultos y tener sexo con ellos. El año pasado saltaba la alarma en Reino Unido después de que a través de un estudio el Gobierno detectase 30 casos de violaciones de menores que se habían dado a través de Tinder y Grindr desde 2015 hasta 2019.
Es muy difícil controlar que en una red social no haya menores de edad, porque las formas de acceso son muy sencillas. En el caso de las apps de citas, las personas usuarias de este tipo de aplicaciones deberían decirles que son para mayores de 18, ya que además del riesgo que conllevan para todo el mundo, los menores son especialmente vulnerables. Los usuarios de esas apps deberían denunciar los perfiles de adolescentes cuando los encuentren, para que las redes sociales les vayan cerrando las cuentas. Aunque luego vuelvan abrir otras, les pueden estar salvando la vida.
Tanto los chicos como las chicas menores que utilizan estas aplicaciones no creen que puedan tener problemas al usarlas. Una de las características de la adolescencia es la falta de percepción del riesgo. Hoy en día, los adolescentes tienen una vida sexual y una visión de la sexualidad muy diferente a las de hace unos años. Muchos consumen porno desde pequeños, lo que distorsiona la percepción de las relaciones interpersonales y sexuales, el sexting está a la orden del día y el sexo está en todos los aspectos de la sociedad, luego no hay que buscarlo para encontrarlo: películas, series, anuncios...
Con las hormonas a tope, a muchos adolescentes les parece buena idea usar estas aplicaciones para tener su primera relación o para seguir teniéndolas con adultos. Y hay adultos a los que no les importa, e incluso aprovechan esas oportunidades cuando les llegan.
Hablar con ellos sobre sexo
Debemos hablar de todo con los adolescentes, también sobre su vida sexual y sobre el riesgo que suponen estas apps, que están pensadas para mayores de edad, ya que de lo contrario podemos encontrarnos con sorpresas terroríficas. Para todo el mundo puede ser muy traumático tener una relación sexual desagradable con a saber quién, y esa experiencia se amplifica si eres menor de edad, porque se han detectado adolescentes desde 14 años metidos en este asunto.
Muchos depredadores sexuales saben camelar a través de mensajes de texto y fotos eróticas, y consiguen que sus presas vayan a su casa. Saben lo que quieren y van buscando a las personas adecuadas para cumplir sus fantasías. Y la otra persona, menor o adulta, que en principio quiere tener sexo, acepta acudir. Quizás quiera tener su idea de sexo, su fantasía propia, de forma más o menos romántica, esperando, o no, abrazos, besos y cariño, pero cuando llega a casa de la persona desconocida con la que apenas ha hablado un par de veces a través de mensajes de texto pueden pasar muchas cosas.
Para empezar, las fotos o vídeos que el depredador había mandado pueden perfectamente ser de otra persona, así que podemos encontrarnos con alguien completamente diferente que intentará obligarnos a que nos quedemos, a veces usando la fuerza. O esa persona puede pasar de todo lo acordado y hacer lo que le gusta, haga daño o no. A lo mejor le gusta pegar o tener sexo de forma violenta. O simplemente puede utilizar a su víctima y expulsarla cuando acabe. También puede haber más personas en esa casa que le fuercen a hacer cosas que no desea, puede chantajearle con publicar las fotos y vídeos que le ha mandado, o puede grabar el encuentro y amenazar con publicarlo si no hace lo que quiere cuando el depredador lo desee.
La idea romántica que tienen muchas personas y su falta de sentido común o experiencia pueden hacerles pensar que la otra persona es maravillosa y que no va a pasar nada malo. A lo mejor es así, pero para comprobarlo siempre se recomienda quedar en un lugar público un par de veces para conocerse mínimamente y ver de qué va todo. Y no es buena idea mandar fotos sexuales donde se nos vea la cara y el cuerpo a la vez.
Se recomienda hablar con los adolescentes sobre su vida sexual, preguntarles si utilizan este tipo de apps para conocer gente, si mandan o reciben material sexual, si consumen pornografía o si tienen sexo virtual con otras personas. Puede que no lo hagan, pero si lo hacen o estaban pensando en hacerlo, les va a venir bien que alguien les advierta de los riesgos que conllevan esas acciones.