La final de la liga griega de baloncesto entre el Olympiacos y el Panathinaikos no ha hecho más que empezar y ya ha dejado imágenes y momentos vergonzosos en los que vuelve a quedar en evidencia que el pique y odio entre los dos grandes clubes del país va mucho más allá del baloncesto.

Después de que el Panathinaikos se impusiera por 80-68 en casa en el primer encuentro de la final, el Olympiacos logró ayer en su pabellón igualar la serie al vencer por 91-83. Sin embargo, los titulares de prensa estuvieron protagonizados por el siempre polémico propietario del Panathinaikos, Dimitris Giannakopoulos.

El conflictivo empresario, un habitual en las multas y sanciones de la Euroliga, acudió al Pabellón de la Paz y la Amistad para presenciar el segundo partido de la serie, pero ni siquiera llegó a ver el salto inicial. Durante la previa del encuentro, terminó encolerizado por los cantos despectivos hacia él y su hija por parte de los aficionados locales, realizó feos gestos hacia ellos, tuvo una airada discusión con los dueños del Olympiacos Panagiotis y Giorgos Aggelopoulos y terminó corriendo por el parking del estadio y marchándose a toda velocidad en su coche.

Según el Olympiacos, a sus insultantes gestos enseñando el dedo corazón a los aficionados y a los propietarios del Olympiacos se le sumó el hecho de amenazar a Aggelopoulos con violar a su hija mientras él estaba delante, fue expulsado del pabellón y se marchó corriendo a su coche para evitar que la policía lo arrestase, por lo que en estos momentos se encuentra en búsqueda y captura y en paradero desconocido.

El Panathinaikos, sin embargo, asegura que no fue expulsado en ningún momento y que la decisión de marcharse la tomó él mismo indignado por los cánticos que escuchó en contra de su hija y porque el Olympiacos no hiciera nada para silenciarlos.

Sea cual sea la versión cierta, la realidad es que Giannakopoulos siempre está en el ojo del huracán. La duda ahora es si hará acto de presencia en el tercer partido de la final, que de momento ha sido aplazado y cabe la posibilidad que se dispute a puerta cerrada.