Estaba llamado a ser uno de los grandes jugadores del baloncesto español. Una joya por pulir. Un alero de 2,03 metros con talento y un futuro prometedor. Miguel González (Valladolid, 20 de marzo de 1999) fue una pieza muy cotizada en las categorías de formación tras comenzar a despuntar con tan solo 15 años en la Fundación Baloncesto Valladolid (2014-2015) y años después en el CB Ciudad de Valladolid (2015-2017).
El Baskonia apostó muy fuerte en 2017 por hacerse con sus servicios y le extendió un contrato por la friolera de siete temporadas. Se confiaba en que algún día el exterior pucelano explotase todas las virtudes que ya apuntaba desde la categoría cadete en el club de su ciudad natal, desde donde fue reclutado por la escuadra gasteiztarra.
Fue precisamente en el Baskonia donde debutó en ACB a sus 18 años, y con el que sumaría en total 23 encuentros de ACB, 14 choques de Euroliga y el título de campeón de la ACB en la temporada 2019-2020 tras imponerse en la final de la liga disputada en la burbuja de Valencia al Barcelona.
Desde que se estrenara con la camiseta azulgrana en la competición doméstica un lejano 19 de noviembre de 2017 han pasado ya casi siete años. Ahora, Miguel González, ya con 25 cumplidos, está lejos de confirmar las expectativas que le auguraban un futuro brillante.
González llegó al Baskonia siendo un fijo en las categorías inferiores de la selección española. El alero vallisoletano era un habitual de los equipos nacionales desde la U16 hasta la U20, y llegó a disputar con esas categorías Europeos y Mundiales.
Medallista junto Alocén
Durante sus participaciones con la selección española de categorías inferiores, el exbaskonista conquistó la medalla de plata en el Europeo U18 de Eslovaquia en 2017, hito que repetiría en el Eurobasket de Israel, donde compartió vestuario con Carlos Alocén.
Sin embargo, a diferencia del ahora base del Gran Canaria, González ha visto frenada su progresión. En el primer equipo del Baskonia, dada su bisoñez y la calidad y cantidad de jugadores que tenía a su alrededor, no dispuso de muchas oportunidades. En el curso 2018-19 actuó una media de 6:30 minutos en 11 partidos de la ACB, en los que consiguió 1,5 puntos, 0,6 rebotes y 0,4 asistencias por duelo para una valoración de 1,5 créditos.
Los registros del canterano azulgrana bajaron al curso siguiente aún más. Y es que en la campaña 2019-20 actuó en los mismos 11 encuentros, pero esta vez su presencia en cancha se redujo a 5:35 minutos en los que anotaría de media tan solo 0,5 puntos, 0,3 rebotes y 0,1 asistencias para una valoración que se quedó en negativo con -0,1 créditos.

Brillo en la LEB Oro
Lejos de lo esperado, el Baskonia decidió cederlo durante la temporada 2020-21 al Real Canoe. Tras cumplir una temporada en el conjunto madrileño, Miguel González formó parte del Força Lleida de LEB Oro las dos temporadas siguientes, rozando en la 2022-23 el ascenso a la ACB. El vallisoletano fue ese año una pieza fundamental en el cuadro catalán con más de 25 minutos, más de 7 puntos, casi 5 rebotes y cerca de 2 asistencias de media por encuentro.
Su buen hacer en el conjunto ilerdense le sirvió para regresar de nuevo a la ACB de la mano del Zaragoza. El conjunto maño, al igual que en su día hizo el Baskonia, depositó muchas ilusiones en el alero pucelano. Porfi Fisac destacó tras su contratación “la apuesta que hacemos en el club por un jugador joven”.
“Los últimos años en Lérida le han venido muy bien para crecer mucho y hacerse más sólido en cuanto al juego de equipo, y creemos en él ciegamente porque pensamos que es un proyecto de futuro y un jugador que desde ya nos puede aportar”, añadió entonces.
El técnico segoviano alabó al joven talento por su polivalencia. “Su transición hacia el puesto exterior le ha dotado de energía y de fuerza; es un hombre con talento, capaz de pasar, tiene buenas condiciones en el tiro y tácticamente es muy disciplinado”.
Condiciones todas ellas para triunfar en el baloncesto. Sin embargo, Miguel González está firmando unos números discretos desde que llegó a Zaragoza. En la pasada campaña, disputó los 34 partidos de Liga con una media de 16:28 minutos en los que anotó tan solo 2,7 puntos, capturó 2,8 rebotes, repartió 0,6 asistencias y robó 0,7 balones para una valoración de 3,9.
Pues bien, en su segundo curso en la capital maña sus registros son incluso más discretos tras jugar menos (15:15 minutos) y bajar también su aportación en puntos (1,3), rebotes (2,5) y robos (0,5). Tan solo mejora una décima las asistencias tras alcanzar los 0,7 pases de canasta por partido, pero su valoración final también es más baja. Solo tres créditos en en este apartado. Por tanto, queda claro que Miguel González no levanta el vuelo.