En una temporada que estaba discurriendo por unos cauces muy negativos y pocos apostaban por un buen epílogo, el Baskonia ya ha conseguido minimizar daños, relanzar su candidatura y hacer realidad el objetivo mínimo de la campaña.

Acceder a semifinales era una obligación cuando la ACB echó a rodar en septiembre del año pasado y, tras una época de dudas e incertidumbre por la irregular trayectoria del equipo alavés, una victoria de enorme prestigio en la Fuente de San Luis en un partido sin vuelta atrás permite cambiar el signo de los acontecimientos.

Se esfumó de mala manera el billete para la Copa del Rey de Granada en febrero y no hubo opciones reales para reengancharse a la pelea por el Top 8 de la Euroliga pese a la exclusión de los tres clubes rusos, pero el equipo vitoriano se ha colado de nuevo entre los elegidos en el frente doméstico y opta ya a su quinto entorchado liguero de la historia. Algo en lo que muchos no creían tras la derrota del sábado en el Buesa Arena ante el Valencia Basket en un encuentro que dejó muy mal cuerpo a la afición.

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El Real Madrid, vigente subcampeón de la Euroliga y que se ha impuesto al Baskonia en tres de los cuatro enfrentamientos, espera ya en semifinales -una eliminatoria de nuevo al mejor de cinco encuentros- a una escuadra vitoriana que por fin dio la de cal en un partido decisivo. Un rival temible por la fortaleza de su juego interior pero con serias carencias en la dirección tras los problemas de indisciplina vividos con Thomas Heurtel y la lesión de Nigel Williams-Goss.

La exhibición defensiva de los hombres de Neven Spahija careció por fin de parangón, Baldwin y Fontecchio firmaron una actuación antológica y el chute de moral es de unas dimensiones siderales para intentar dar la sorpresa ante el gigante blanco. Por ende, el Baskonia consigue regresar a su hábitat natural en la ACB, donde los desencantos han sido numerosos en los últimos tiempos y el equipo gasteiztarra corría el riesgo de quedar anclado en la serie de cuartos por sexta ocasión en las últimas diez temporadas.

cuatro años después

Porque, exceptuando el ejercicio 2019-20, que tuvo que resolverse mediante una fase final a puerta cerrada precisamente en la Fuente de San Luis debido a los estragos causados por la pandemia, cuatro campañas hacía que el Baskonia no pisaba la antesala de la final de la Liga ACB. Un dato elocuente y sorprendente teniendo en cuenta la historia, el prestigio y la jerarquía de la entidad vitoriana, quien con cuatro títulos y cinco finales perdidas en las últimas décadas se convirtió durante muchos años en la única alternativa al poder establecido de los intratables Real Madrid y Barcelona.

La última vez que el Baskonia accedió a semifinales databa de la campaña 2017-18, donde incluso superó dicha ronda ante el Barcelona y se plantó en la final ante el todopoderoso Real Madrid de Luka Doncic cayendo por un global de 3-1.

En la 2018-19 su verdugo en cuartos de final fue el sorprendente Zaragoza mientras que el pasado curso también se vio apeado en dicha ronda por el Valencia Basket. Ayer se tomó la cumplida revancha tras un partido que se le puso de cara con la dura lesión de rodilla sufrida por Martin Hermannsson al filo del descanso cuando el Baskonia peor lo estaba pasando.

Entre 2012 y 2015 también se produjo una fatídica racha con tres eliminaciones consecutivas en el primer cruce del play off por el título. Los verdugos fueron, por este orden, el Gran Canaria, el Barcelona y el Unicaja. Sin embargo, el Baskonia recobró ayer su esplendor en una jornada donde todos los pronósticos estaban en su contra y el favoritismo recaía sobre el Valencia Basket.

El conjunto alavés demostró un día más que compite más suelto lejos del Buesa Arena. Esta vez exhibió una dureza pocas veces apreciada hasta la fecha y, a raíz de la lesión de Martin Hermannsson al filo del descanso, supo hincar el diente a un Valencia Basket hecho trizas a nivel mental tras el golpe a nivel psicológico que supuso la pérdida del exterior islandés.