Cada vez que el Baskonia intenta asomar la cabeza y amaga con encontrar el camino más llevadero hacia la ansiada estabilidad, acontece un mazazo que sume a todo el mundo en el más profundo de los abatimientos. La visita del Valencia Basket volvió a dejar un mal sabor de boca, básicamente por las penurias iniciales y el desmoronamiento registrado en el epílogo.

Resultó conmovedora la forma en la que el equipo le dio la vuelta al partido, pero semejante inconsistencia termina pagándose caro en determinadas refriegas de alto voltaje. Los brillantes minutos en el tramo central del partido no ocultaron los problemas en ambos aros ante un rival con un banquillo mucho más largo y también más entero a nivel físico a la hora de la verdad.

El equipo de Spahija parecía haberse subido a una nueva ola positiva tras dar buena cuenta días atrás del UCAM Murcia, pero aterrizó en Vitoria un Valencia en horas bajas para desnudar otra vez la fragilidad azulgrana. En un partido convertido en una montaña rusa de emociones, el Baskonia se rindió a la solidez de un Valencia más compensado en todos los puestos y con un abanico de recursos en la segunda unidad más amplia.

Además, Peñarroya confía en sus secundarios y busca el momento para hacerles un hueco en el transcurso de los partidos. Cosa que tristemente no sucede con Spahija, que un día más volvió a quemar a su guardia pretoriana. Tras hacer lo más difícil y remontar los 20 puntos de ventaja taronjas (14-34), el Baskonia se desmoronó en el peor instante. La toma de decisiones, sobre todo por parte de Baldwin, cuando se cocía la suerte del ganador no fue la más acertada y en la acera de enfrente surgieron unos inconmensurables López-Arostegui y Hermannsson para frustrar las esperanzas alavesas.

Entre el cansancio de los pesos pesados que, a excepción de Enoch, se fueron otra vez por encima de los 33 minutos y las tablas acreditadas por el Valencia Basket, que tuvo en el base islandés y el alero vizcaíno a sus brazos ejecutores, quedó rubricada otra derrota que devuelve la incertidumbre de cara a la presencia entre los ocho mejores.

El Baskonia se quedó corto en un encuentro donde volvieron a verse retratadas todas sus carencias. La falta de un relevo en el timón -Granger y Kurucs naufragaron un día más con estrépito- y la escasez interior resultaron otra vez letales en contra de los intereses de un anfitrión cuyo conmovedor despliegue en el tercer cuarto resultó estéril.

Spahija ayudó al Baskonia a meterse en la pelea con su apuesta por el small ball antes del intermedio. Los cinco pequeños dieron una vuelta de tuerca a la intensidad atrás y cambiaron la cara de un equipo que ofreció sus mejores minutos al final del tercer cuarto con un parcial de 12-0. Tras una bomba de Giedraitis que elevó el 71-72 al marcador antes del minuto 38, el Baskonia se quedó completamente seco en ataque y fue una presa fácil para su rival.