El maquillaje final volvió a ser engañoso. Únicamente para que varios jugadores en el ojo del huracán engordaran una estadística durante muchos minutos sonrojante. Si no fuera por la desmedida relajación italiana en el epílogo, el marcador podría haber sido de escándalo en contra de los intereses vitorianos. Hasta que el Armani no levantó el pie del acelerador, el ejercicio de impotencia volvió a adquirir unos tintes sangrantes. Fue otro día en la oficina para un Baskonia que ya agota -para mal- los calificativos en esta temporada.
Spahija había detectado otra actitud en la plantilla en los últimos días, pero a la hora de la verdad los síntomas de incapacidad permanecieron inalterables. Duele en el alma, un día sí y al siguiente también, ver a un equipo incapaz de competir y perder toneladas de prestigio allá por donde pasa.
Casi 30 puntos de ventaja tuvo a lo largo de distintas fases un poderoso Armani que volvió a destapar las vergüenzas alavesas. A medio gas sacó de la pista al Baskonia, que volvió a firmar otra actuación tétrica. El Mediolanum Forum fue testigo de la severa melancolía azulgrana. Los pesados grilletes lombardos influyeron lo suyo pero también la alarmante falta de confianza de un viajero vitoriano abandonado a su suerte y sin alma.
Que la noche iba ser dura quedó al descubierto desde el salto inicial porque cinco minutos tardó Marinkovic, la novedad del cinco inicial de Spahija, en conseguir la primera canasta en juego del Baskonia. La falta de mordiente se concretó un día más en fallos infantiles. Se fueron canastas al limbo cerca del aro de manera incomprensible y la precisión exterior brilló por su ausencia pese a que muchos lanzamientos fueron francos. Un síntoma inequívoco de que la autoestima alavesa sigue por los suelos.
Ni el lenguaje corporal ni el estado anímico son propios ya de un grupo con un mínimo halo de vida en esta Euroliga. Pese a su cansancio tras jugar 48 horas antes en Kaunas o las sensibles bajas en su engranaje, el Armani fue amo y señor de la velada. Ni siquiera le hizo cosquillas el Baskonia a un anfitrión con una coraza de hierro.
Y es que sudaron tinta china los jugadores de Spahija para lograr cada canasta en la primera mitad. La cadencia a la hora de perforar el aro transalpino fue parsimoniosa. 10 puntos en el cuarto inicial y 15 en el segundo para un total de 25 al intermedio. El duelo ya estaba roto, el Armani entonces se relajó y varios jugadores azulgranas -empezando por Costello, al que Tarczewski tendió una alfombra roja- pudieron respirar para conseguir unos números más decorosos. El naufragio, para entonces, ya era de unas proporciones bíblicas.