La Fonteta enterró las esperanzas ligueras de un Baskonia excesivamente pequeño. El campeón se despide de la pelea por el título a las primeras de cambio y cederá su corona en los próximos días. A remolque desde el salto inicial y tras un deficiente partido en el que apenas obtuvo dos exiguas ventajas en el arranque, el conjunto vitoriano firmó su acta de defunción en la Liga ACB ante un granítico Valencia Basket.

Siendo sinceros, la caída hacia el vacío del Baskonia fue justa. No mereció otro desenlace un visitante apocado y sin chispa que, tras hacer la goma durante toda la velada, incurrió en errores groseros en el epílogo. No desaprovechó los innumerables regalos alaveses un rival más estable que tuvo en Kalinic a su brazo ejecutor. Con cuatro faltas desde el minuto 33, el carácter del incandescente alero serbio sostuvo al Valencia. Suya fue la canasta decisiva en el poste bajo que arruinó las últimas esperanzas azulgranas, por no hablar de sus rebotes y su trabajo subterráneo que careció de antídotos en las filas de Ivanovic.

El despliegue baskonista fue insuficiente, a todas luces, en una noche donde faltó de casi todo. Henry, sin oxígeno en la cabeza al final, malvivió por la falta de un escudero, las muñecas de Giedraitis y Peters carecieron de la continuidad deseada, Polonara tan solo dejó su impronta con el choque bien avanzado y la cuerda interior firmó la enésima decepcionante respuesta de la temporada.

Adiós a las semifinales y preludio de un verano que se presume muy movido por las numerosas bajas que se registrarán en el Baskonia, de más a menos en una campaña donde por diferentes razones se ha ido diluyendo progresivamente hasta convertirse en un hueso fácil de roer para cualquiera. Agotado física y mentalmente, el escuálido grupo de Ivanovic ya no daba más de sí.

Una tibia puesta en escena, acrecentada con los problemas en el marcaje a Kalinic, complicó seriamente el panorama a los pupilos de Ivanovic desde el salto inicial. El Baskonia sufrió a la hora de seguir el inclemente ritmo anotador del conjunto taronja. Tan solo encontró un pequeño filón para meterse en el partido gracias a los fogonazos de clase de Henry y percutiendo sobre el flanco más débil de la defensa de Ponsarnau: Prepelic. Dragic destapó las débiles costuras atrás de su compatriota, si bien ello no impidió que la iniciativa en el marcador correspondiese al Valencia Basket.

Mientras Henry cogió oxígeno por primera vez en el banquillo, el desbarajuste azulgrana se convirtió en una terca realidad en el segundo cuarto. Fue el tramo más terrorífico de la velada donde arrecieron las pérdidas y las canastas fáciles del enérgico anfitrión, que abrió el primer boquete significativo con ese 34-24.

Jekiri malvivió para frenar las acometidas de Dubljevic en el poste bajo, el acierto triplista dejó mucho que desear con una versión descafeinada de Giedraitis y Peters y un secundario como Sastre también hurgó en las heridas alavesas. Ivanovic recurrió a Fall antes del intermedio en busca de un revulsivo que cambiara la inercia negativa pero la debilidad interior se mantuvo intacta con los alley oops culminados por Tobey.

Las ventajas taronjas se estabilizaron alrededor de los diez puntos tras el intermedio. El único aspecto positivo radicó en las tempraneras faltas de Kalinic. Cada leve acercamiento vitoriano fue neutralizado sin excesivos problemas por un Valencia en el que Van Rossom llevó el tempo del encuentro a su antojo.

Giedraitis se entonó ligeramente sin entrar en combustión plena. Algo similar sucedió con un Polonara carne de banquillo en varias fases y el tierno Peters. El estadounidense, al menos, clausuró el tercer cuarto con un triple sobre la bocina desde diez metros que inyectó algo de optimismo. Dada la escasa mordiente de sus cincos, Ivanovic recuperó un día más la fórmula de los pequeños y el Baskonia pudo ver mínimamente la luz al final del túnel.

El miedo comenzó a hacer acto de presencia en un Valencia con serios problemas para mantener la continuidad. La tropa alavesa rebajó la desventaja de forma notable (75-73) y pudo adelantarse dentro del último minuto con un triple de Giedraitis repelido por el aro. El lituano se precipitó y Kalinic sentenció a continuación con una doble y un tiro libre.

Argumentos escasos El Valencia siempre llevó la manija del encuentro ante un Baskonia inconsistente y al que le faltó de todo. Desde dureza defensiva hasta claridad de ideas en los momentos decisivos pasando por una mayor presencia de sus piezas más importantes, léase un fundido Henry, Giedraitis, Peters y los 'cincos'.

Kalinic, el verdugo El alero serbio, un guerrero por el que cualquier aficionado azulgrana pagaría por tenerle entre sus filas, destrozó los sueños alaveses. Fue imparable para todos sus pares con sus puntos, rebotes y un trabajo de fontanería que no apareció en la estadística. Suya fue la canasta decisivo que enterró al Baskonia.