Que el TD Systems Baskonia, por entonces Kirolbet, ganase la última edición de la Liga ACB tiene su explicación principal en el excelso rendimiento defensivo que dio el equipo de Dusko Ivanovic en la fase final de Valencia. La única vía posible para un equipo que no era el más talentoso en el ataque y al que le costaba anotar con cierta fluidez, pero que acabó imponiéndose a la lógica a base de mucho trabajo atrás, cuestión que le sirvió para que sus evidentes problemas en el otro lado de la cancha quedasen minimizados. Con la cartera temblando y ya de por sí impedida para competir a la hora de contratar talento con los grandes y perdido el gran referente del ataque durante la última época, Tornike Shengelia, al equipo azulgrana no le queda otra que redoblar los esfuerzos en ese sacrificio a la hora de candar su propio aro. En ese sentido, y salvo las dos fases de enorme sufrimiento en el primer cuarto (0-16) y en el tercero ante un Alex Abrines letal (0-13), el equipo de Ivanovic volvió a ser una fotocopia del mismo que hace unos meses fue campeón. Duro como una roca, con piernas y manos para cerrar todos los caminos hacia el aro y capaz de torturar de nuevo a un oponente de la calidad del Barcelona, que se quedó en 72 puntos que suenan a escasos teniendo en cuenta el arsenal que maneja y el desembolso que ha vuelto a realizar. Que defender es el camino queda claro desde las primeras de cambio; pero es evidente que en ataque se precisa una mejoría clara para que la capacidad competitiva se incremente todavía un punto más.
Que el club, bajo la firme decisión de Ivanovic, haya decidido apostar por la continuidad de Pierria Henry a pesar de su coste económico y de los problemas que tiene para dirigir al equipo con seguridad habla bien a las claras de lo que quiere el montenegrino. El base estadounidense puede llegar a desesperar, y muchas veces lo hace, cuando tiene el balón en sus manos, pero cuando es el rival el que conduce las operaciones se convierte en un quebradero de cabeza. Punta de lanza de una defensa de muchas manos y más piernas, física, dura y que concede muy poco. Le penalizaron ayer los problemas para defender el juego de dos contra dos de Nick Calathes en el primer cuarto, que propició muchos puntos sencillos para que el Barça se despegase; también la explosión de un Abrines que anotó dieciséis puntos consecutivos, castigando las ayudas largas con tiros liberados que no se pueden permitir a lanzadores enrachados. Dos puntos negros, prácticamente los únicos, que facilitaron la victoria a los de Sarunas Jasikevicius, que, no obstante, hubieron de sudarla al máximo porque el resto del partido fue de un sufrimiento enorme para conseguir anotar cada punto.
Queda claro que la defensa vuelve a ser el camino; como también que en ataque hay que encontrar soluciones a los problemas existentes.