Vitoria - La interminable fase regular de la Euroliga alcanza esta semana su ecuador. Y lo hace con urgencias para un Baskonia que, pese a haber sido capaz de enderezar en los últimos tiempos su maltrecho rumbo, no puede permitirse bajadas de tensión ni deslices, sobre todo ante sus iguales, con el fin de mantener el ritmo de sus predecesores en la clasificación.

El disminuido equipo vitoriano, integrado por solo once jugadores, incluidos los residuales González y Penava, partió ayer en vuelo chárter desde Foronda con destino a la gélida Moscú, donde hoy le aguarda una versión de lo más descafeinada del Khimki. Caso de que la velada no discurra por los cauces esperados, los alaveses no podrán justificarse en esta ocasión con las bajas de Garino y Granger. Y es que Alexey Shved tampoco será de la partida en unas filas rusas que igualmente malviven por la pérdida de su escudero Anthony Gill debido a sus problemas de espalda.

En cualquier caso, la casi segura ausencia del ala-pívot estadounidense no tendrá la magnitud ni el impacto de la de una de las estrellas más rutilantes de la Euroliga desde hace varias temporadas. Para lo bueno y de vez en cuando también para lo malo, Shved condiciona todo el juego del rival azulgrana y el hecho de que permanezca fuera de combate desde hace un mes tras sufrir la fractura del dedo de su mano izquierda constituye un auténtico alivio. Otros secundarios en manos del cuestionado Georgios Bartzokas se han visto obligados a dar un paso al frente, pero como era de suponer el Khimki no infunde el mismo temor privado de su faro ofensivo y uno de esos contadísimos jugadores capacitados para decantar un duelo a su favor mediante un golpe de genialidad.

El Baskonia aterriza en la periferia de Moscú con la confianza que le otorga su reciente victoria en el Martín Carpena en unas precarias condiciones físicas. Hoy tendrá el refuerzo de Toko Shengelia, que retornó el martes a Vitoria tras su vieja relámpago a Estados Unidos para conocer a su hijo recién nacido. Con el georgiano en nómina, la rotación azulgrana se eleva a nueve efectivos, un número más que suficiente para dar la oportuna réplica a un Khimki envuelto en turbulencias desde el arranque de la competición y que viene de imponerse en su feudo del Mytishchi Arena por la mínima al frágil colista Darussafaka tras dos tiros libres de Jordan Mickey sobre la bocina.

Tres salidas seguidas Este precedente tan cercano en el tiempo sobre los terribles padecimiento de los rusos ante un rival tan endeble como el turco alienta el optimismo del Baskonia, obligado a subsanar el tropiezo de la semana pasada ante el Barcelona y facturar esta tarde una victoria trascendental teniendo en cuenta que la cuesta se empina sobremanera a la vuelta de la esquina.

Porque los dos próximos compromisos continentales tendrán lugar lejos del Buesa Arena ante dos pesos pesados como el Olympiacos y el Fenerbahce. La lógica indica que el Kirolbet podría salir derrotado en ambas citas, por lo que esta visita al Khimki cobra más importancia si cabe a la hora de no descolgarse de la ardua pelea por estar en el grupo de elegidos. Inmerso en el nutrido vagón de equipos que transitan por la zona media-baja de la tabla y a una sola victoria de la sexta posición ocupada ahora por el Zalgiris, las aspiraciones azulgranas de alcanzar por tercera campaña consecutiva el cruce previo a la Final a Cuatro todavía se mantienen intactas.

Huérfano del veneno de Shved, el Khimki -verdugo el pasado lunes del Zenit de San Petersburgo de Joan Plaza en la liga Báltica por un aplastante marcador (90-67)- se ha refugiado durante las últimas semanas en un núcleo duro muy definido. A expensas del estado físico de Gill, Bartzokas -cuyo puesto en el banquillo se tambalea desde los primeros compases de la competición- delega básicamente su confianza en dos bases (Bost y Markovic), el triplista Crocker, un boina verde como Jenkins, el versátil cuatro Zubkov y los postes Thomas y Mickey.

Estos secundarios del Khimki siempre se encuentran eclipsados cuando Shved monopoliza todos los ataques, pero de un tiempo a esta parte se han visto obligados a tirar del carro de un equipo que, en cualquier caso, continúa muy por debajo de las expectativas iniciales y deberá remar lo indecible en la segunda vuelta si quiere inmiscuir su figura en el Top 8.