Berlín - “Todo lo que sé, lo aprendí de ti”. Algo así podría decirle Dimitris Itoudis mirándole directamente a los ojos a Zeljko Obradovic. Trece años como uña y carne dirigiendo los designios del Panathinaikos. El serbio labrando su leyenda como el mejor entrenador del Viejo Continente; el griego, como su eterna sombra en el banquillo. El mago de Cacak conquistó con los verdes cinco de sus ocho Euroligas. El que fuera su asistente en aquella etapa tratará esta noche de privarle de su noveno entorchado matando a su padre deportivo. Fenerbahce y CSKA se miden por el título en una final por todos esperada y en la que el foco estará en los banquillos, aunque las piezas resolutivas volverán a jugar sobre la cancha.
Para turcos y rusos llegar a este partido era la obligación de la temporada. Se puede decir que venían de fracasar la anterior. Entonces también se enfrentaron en la Final Four de Madrid, pero en el partido que nadie quiere jugar. Los moscovitas pelean esta noche contra la leyenda negra que les persigue en las últimas temporadas. Desde 2008 no ganan la máxima competición continental pese a ser fijos en la fase resolutiva. El séptimo título se les ha escapado de todas las maneras posibles e imaginables. Y algunas incluso que no entran ni en la mente más maquiavélica. Una historia que pesa ya demasiado. Una losa que se quieren quitar de encima.
El equipo de Estambul es prácticamente un recién llegado, ya que será su primera final de la Euroliga. Pero esa condición de novato en estas lides solo la arrastra en su pasado. Desde que en verano de 2013 apostó por Obradovic, su meta final era clara. Y a lo largo de tres años no ha escatimado esfuerzos el Fenerbahce por convertirse en el primer equipo turco que alza el título de la gran competición continental.
Recurriendo a los sistemas que se utilizan en deportes como el tenis, por el trofeo pelearán los dos equipos que partían como cabezas de serie. Líderes de sus respectivos grupos al final de la fase regular y del Top 16, sendos 3-0 en la eliminatoria de cuartos de final y victorias, mucho más sufrida la de los turcos que la de los rusos, en semifinales para hacer valer los pronósticos y cruzarse en el partido definitivo. Incluso comparten balance en el torneo, con 23 triunfos y 5 derrotas. Imposible mayor igualdad, por lo que tampoco nadie arrancará con la condición de favorito.
Cada cual tratará de explotar sus virtudes, que con dos técnicos que han compartido tanto tiempo juntos son similares en muchos aspectos. En el CSKA, Itoudis no maneja esa interminable plantilla plagada de estrellas de otras campañas, pero ha ganado en jugadores que aportan solidez en defensa y músculo. A los mandos de la orquesta, un De Colo en estado de gracia. Y el contrapunto de Teodosic, al que siempre persigue la fatalidad en esta cita pero a quien le sobra talento para decidir.
En el otro lado, un Fenerbahce que juega con una rotación muy limitada tratará de sacar partido de su exuberancia física a través de un entramado defensivo que ahoga a los rivales a través de cambios automáticos que impiden las ventajas. Sloukas pondrá la templanza, Bogdanovic la capacidad de desequilibrio por fuera y Udoh y Vesely el poderío.
Cara o cruz en el duelo por la Euroliga entre el maestro Obradovic y el aventajado alumno Itoudis.