Vitoria - Lamar Odom vuelve a ser estos días el epicentro de la noticia al otro lado del Atlántico. Sin embargo, no lo es desgraciadamente por una buena causa y sí por haber retomado las peligrosas adicciones que han formado parte de su turbulento pasado, toda vez que su carrera como baloncestista entró hace tiempo en un declive imparable. La que fuera rimbombante apuesta de Josean Querejeta en febrero del año pasado con el fin de revitalizar las aspiraciones del Baskonia, preludio de la archiconocida refundación que de momento no está dando los frutos esperados, se encuentra nuevamente en el ojo del huracán.
Según ha revelado la web TMZ Sports, el bicampeón de la NBA con los Lakers en 2009 y 2010 está en paradero desconocido y podría haber entrado nuevamente en una espiral negativa de alcohol y drogas. Al parecer, el fallecimiento de su mejor amigo ha sumido a Odom en un estado de depresión que evoca a las épocas más tenebrosas de su vida. Jamie Sangouthai, íntimo del exjugador y de su todavía pareja Khloe Kardashian desde la escuela secundaria y que apareció en varias ocasiones en el reality televisivo protagonizado por la pareja, falleció el pasado domingo como consecuencia de una sobredosis de heroína. Una noticia luctuosa que parece haber hecho mella en el ánimo del ángel caído de la NBA, en paradero desconocido tal y como acaba de denunciar la popular celebrity estadounidense.
El citado medio asegura que Odom es incapaz de remontar el vuelo y, por ello, ha sacado a la palestra el último episodio de estas características en el que se vio envuelto apenas unos meses antes de su desembarco en Vitoria como recambio del lesionado Lamont Hamilton. En aquella ocasión, ya padeció otra aguda espiral de borracheras y drogas, terminando sin dar señales de vida a su familia y encerrándose en un hotel para huir de la prensa. Al parecer, Jamie Sangouthai era una de las amistades peligrosas de las que recelaba el entorno de Odom, quien tras su espantada de la capital alavesa -supuestamente, por una lesión de espalda- realizaría sin éxito unos entrenamientos privados con los Knicks bajo la supervisión de Phil Jackson con el fin de retomar su carrera como jugador.
Lógicamente, sus intentos resultaron en balde ante la certeza de que tanto su físico como su cabeza ya no podían responder en condiciones para competir al más alto nivel. Su estancia en Vitoria se redujo a 21 días, en los que tras una presentación grandielocuente en la Virgen Blanca y el reconocimiento tácito de los numerosos errores cometidos a lo largo de su carrera se estrelló de bruces contra la realidad de su decadencia. Los propósitos de enmienda de Odom, destapados en una de las presentaciones más mediáticas que se recuerdan, dieron paso a la oscura versión sospechada por los más pesimistas: un jugador oxidado, sin chispa, físicamente desgastado y venido tan a menos que disputó 23 escuálidos minutos repartidos en dos partidos -uno de ACB en Valencia y otro de Euroliga en el Buesa Arena frente al Unicaja- y se rompió a las primeras de cambio al menor esfuerzo.
El neoyorquino, elegido número 4 del draft de la NBA en 1999, fue parte activa de la última época dorada de los Lakers, siendo la tercera pata sobre la que los angelinos alcanzaron la gloria a la sombra de Kobe Bryant y Pau Gasol. Pero el éxito no solapó los efectos secundarios de su polémico pasado y de una vida ligada a las desgracias. Su padre fue adicto a la cocaína, se quedó huérfano de madre con 12 años y le crió su abuela. Para colmo de desgracias, Odom perdió en 2006 a su bebé de seis meses de muerte súbita y en 2011 protagonizó un accidente de coche en el que murió un joven de 15 años.