POR si no fuera suficiente con su propia fragilidad, el Baskonia se topa esta tarde con un viejo conocido dispuesto a aguarle su presencia en la inminente Copa tras la conflictiva salida que protagonizó en su día del Buesa Arena. Las riendas del Fuenlabrada están en poder de Carlos Cabezas, despedido de manera fulminante por el club vitoriano tras ser culpabilizado de la filtración de la multa decretada por Zan Tabak para la plantilla justo después de una hiriente derrota en El Pireo ante el Olympiacos. La motivación del marbellí, dolido todavía por un episodio que restó su credibilidad ante los ojos de otros clubes, se perfila esta tarde como uno de los grandes peligros en compañía de Andy Panko, otro viejo rockero que vive una tercera juventud en el sur de Madrid.

En febrero del año pasado, Cabezas vivió uno de los momentos más amargos de su carrera con su precipitada rescisión de contrato del Laboral Kutxa. Si bien la entidad alavesa aludió a "criterios meramente técnicos" para justificar la salida de un timonel que estaba gozando de escaso protagonismo a las órdenes de Zan Tabak, todo el mundo asumió que, supuestamente, el marbellí -las malas lenguas apuntaron directamente a su representante- rompió el código sagrado que debe regir en un vestuario. Al día siguiente de sucumbir en tierras helenas, una conocida web especializada en baloncesto contó con pelos y señales los momentos de máximos tensión vividos en el vestuario de La Paz y la Amistad. La búsqueda del topo se saldó con el despido de Cabezas, uno de los tres bases que arrancó el curso junto a Heurtel y Rochestie.

Tras gestarse su adiós de Vitoria, Cabezas se entrenó por su cuenta durante los siguientes meses en su Málaga natal a la espera de una oferta satisfactoria procedente del exterior que le sacara del paro. Sin embargo, ésta nunca llegó para desasosiego de un jugador que presume, entre otros éxitos, de ser campeón de la ACB con el Unicaja y campeón del mundo con España. Cabezas, que se ganó en su día un contrato de oro en el Khimki -donde fue dirigido por Scariolo- tras declinar la propuesta de renovación planteada por la entidad costasoleña, constituye el ejemplo perfecto de que nadie tiene garantizado un trabajo en el baloncesto profesional pese al buen palmarés. Tras asociarse sin éxito su futuro a clubes turcos, ningún interés terminó por fructificar y en verano terminó recalando en un modesto de la ACB previa rebaja sustancial de su caché.

Bajo el mando de Chus Mateo, Cabezas ha alternado buenos y malos momentos viéndose eclipsado en los últimos tiempos por el empuje de Dani Pérez. En 23 minutos de media, promedia 8,2 puntos, 1,8 rebotes y 3,1 asistencias. Lo más noticioso, en el sentido positivo, de su estadística es el notable 48% de triples que firma en el presente curso. Otros bases de perfil bajo en la ACB como Vives y Uriz ya han vivido su momento de gloria ante el Baskonia.