posiblemente su venta haya sido uno de los mejores negocios de Josean Querejeta desde que rige los designios del Baskonia desde finales de la década de los 80. Ha pasado más de un año desde que Stanko Barac emigró al Anadolu Efes y nadie le echa en falta. Contratado en verano de 2007 procedente del Siroki como la enésima apuesta del Baskonia por una de las mejores promesas del Viejo Continente, el espigado poste croata cumplió un ciclo de cuatro temporadas en la capital alavesa donde apenas cumplió las expectativas. De hecho, en cuanto llegó a las oficinas del Buesa Arena una tentadora oferta de más de un millón de euros para reclamar sus servicios, al presidente azulgrana se le hizo la boca agua y no dudó en desprenderse de un pívot de difícil carácter y escasa ambición deportiva.
Lo triste es que, salvo sorpresa, un jugador con una condiciones espectaculares para triunfar en el deporte de la canasta como este cinco nacido en Mostar de 26 años está condenado a pasar con más pena que gloria por las canchas continentales durante los próximos años. Sus 217 centímetros, inmejorables para haber gobernado las zonas con puño de hierro, o su excelente muñeca, casi más propia de un consumado tirador, podían haber hecho de él uno de los interiores más poderosos que se recuerdan. A la hora de la verdad, sin embargo, Barac ha acabado consumido por su peculiar y difícil carácter, una ternura impropia de un hombre de su enorme complexión física y, sobre todo, su nulo deseo para progresar.
El mero hecho de conformarse con haber llegado a la élite tiene visos incluso de frustrar su gran sueño de desembarcar en la NBA, donde los Pacers de Indiana ostentan sus derechos después de que Miami Heat le escogiera en la segunda ronda del draft de 2007. "Es un jugador de baloncesto al que no le gusta este deporte. Únicamente aspira a ganar dinero". Así le definió hace tiempo, lógicamente en una conversación privada, uno de sus antiguos compañeros que compartió vestuario con él en una valoración sintomática y fiel reflejo de la realidad.
En Vitoria no lo tuvo fácil hasta que Splitter le despejó el camino con su aterrizaje en los Spurs. Tras su cesión al Valencia, pasó dos temporadas a la sombra del brasileño e incluso se vio golpeado en dos ocasiones por la mala suerte por culpa de varias inoportunas lesiones en vísperas de afrontar el comienzo de las series finales por el título. Sus mejores actuaciones tuvieron lugar en el ejercicio 2010-11 ya sin la magna presencia del brasileño, aunque nunca trasladó al exterior la sensación de ser un poste dominante que marcase la diferencia. Por ello, el Baskonia no titubeó a la hora de desprenderse de sus servicios cuando, a falta de un verano para que concluyese su contrato, el Efes depositó una cantidad de dinero irrenunciable en el Buesa Arena.
Barac, que causó baja en el choque de ida celebrado en la capital alavesa, se medirá este viernes por primera vez a su exequipo. Lo hará tras haber dejado atrás hace escasas fechas la enésima lesión en el codo izquierdo que le mantuvo inactivo por espacio de seis semanas. Su vuelta a la dinámica del técnico Oktay Mahmuti ha desplazado al anonimato a otro poste con pasado azulgrana como Esteban Batista. La influencia del croata está siendo mínima en estos albores de competición. Apenas 5 puntos y 3 rebotes en diez minutos repartidos en sus cuatro partidos continentales constituye un escuálido bagaje que, por otro lado, no sorprende a casi nadie.