Vitoria. Hay lujos que ni siquiera un transatlántico en horas bajas como este desesperante Baskonia se puede permitir. En el pasado, posiblemente, existieron más y mejores alternativas dentro de la plantilla que podían dejar en un segundo plano la ausencia de un determinado jugador en un tramo puntual de los partidos. Sin embargo, ahora no es el caso vista la configuración del juego interior más famélico de las últimas campañas y que Maciej Lampe empieza a ofrecer la verdadera medida de sus posibilidades una vez que sus piernas están adquiriendo los kilómetros pertinentes. El inestable conjunto vitoriano carece de grandes amenazas en la pintura y se da la curiosa circunstancia de que la única susceptible de actuar de espaldas al aro, favorecer espacios a los exteriores, fijar a los rivales más pesados y, por tanto, fabricar algo de peligro resulta invisible para los ojos del entrenador cuando se está cociendo la suerte del ganador.
Si algo sorprende en este Caja Laboral reñido con la lírica, reincidente hasta la saciedad en sus errores de bulto e incapaz de encontrar la fórmula para resolver finales igualados es el sacrificio permanente al que se ve sometido su fichaje estrella para la zona durante los últimos cuartos de las confrontaciones. El polaco, única referencia de ciertas garantías de un grupo entregado a la ruleta rusa del triple y la anarquía de Teletovic cuando las cosas se tuercen, asiste impertérrito desde el banquillo a los kafkianos epílogos de partido que está protagonizando el Baskonia a lo largo de las últimas semanas. Dusko Ivanovic, señalado por muchos y cuyas decisiones son cada vez más discutidas por el entorno, volvió a renunciar el pasado domingo a sus servicios para dar la réplica al Joventut. Algo que se ha convertido en una tónica habitual desde la reintegración de Lampe en la dinámica azulgrana tras su grave lesión de cadera que le mantuvo casi medio año en el dique seco.
La tropa alavesa no anda este ejercicio sobrada en ningún aspecto para despachar sus rivales, pero la sistemática desaparición de su indiscutible boya interior en los minutos finales no hace sino contribuir al caos y obrar efectos perniciosos. Con independencia de su mayor o menor acierto, la ausencia de Lampe resulta cada vez más difícil de soportar a la hora de buscar el camino más asequible hacia la canasta. El cinco nacido en Lodz, una pieza en clara progresión desde aquella inoportuna lesión del pasado verano que hizo temblar los cimientos del Fernando Buesa Arena, se está convirtiendo en un espectador de lujo cuando llega el crítico momento del descabello. Ivanovic, propenso últimamente a jugarse las habas con dos cuatros abiertos como Teletovic y Nemanja Bjelica que sienten pavor a fajarse en las inmediaciones del aro, así lo entiende mientras surge una corriente de opinión cada vez más negativa con respecto a los planteamientos del técnico que ha posibilitado los mejores registros alaveses de su historia.
islote para el crecimiento Dentro de una cuerda interior cogida con alfileres en la que los brotes de individualismo de Teletovic contradicen los mandamientos básicos del juego de conjunto y un tierno Milko Bjelica continúa desaparecido en combate por causas desconocidas, Lampe está dando con la tecla para aportar las solitarias gotas de solidez. Salvo en contadas excepciones como aquella matinal de infausto recuerdo en Alicante, donde acabó con valoración negativa siendo una rémora, su progresión es evidente. Ha encadenado varias actuaciones más que notables y venía de firmar unos números de ensueño ante un Barcelona rebosante de músculo, envergadura y capacidad física en sus hombres altos. Sin rayar al mismo álgido nivel, el ex del Maccabi volvió a ser de lo poco salvable ante el Joventut antes de erigirse en un convidado de piedra en los minutos finales.
Tras los numerosos cambios experimentados por la plantilla desde el inicio de la temporada, Lampe es uno de los hombros sobre los que recaen las esperanzas de crecimiento del Baskonia y de protagonizar una gesta en los play off por el título. Su ingreso en el grupo tras la costosa recuperación de su lesión así como el galáctico fichaje de Andrés Nocioni habían desbordaron el vaso de una ilusión que las últimas hirientes derrotas ante rivales de la zona media-baja de la tabla clasificatoria se están encargando de enviar al garete. El problema reside en que las manecillas del reloj siguen avanzando sin que algún salvavidas acuda al rescate para divisar el futuro con optimismo. Y esa sensación de indiferencia es el peor caldo de cultivo para afrontar lo que resta de temporada.