Siempre habrá cabezas visibles a la hora de reconocer grandes méritos y esfuerzos, o también a la hora de tener que encajar críticas, pero los que son capaces de mirar un poco más allá siempre sabrán que para que un gran colectivo funcione tiene que haber un gran trabajo de equipo detrás.
El Kutxabank Araski es el claro ejemplo de cómo un proyecto puede crecer a pasos agigantados si le dedicas trabajo. En ese sentido, bien se podría aplicar la frase ‘no importa tanto la cantidad como la calidad’. Eso es lo que se vive en este club desde que nació. Un grupo de personas decidieron construir este gran proyecto. Por el camino se han ido subiendo y bajando del tren, pero “los de siempre” ahí continúan trabajando a destajo para seguir creciendo.
El Araski tiene cabezas visibles, que son las que suelen aparecer en los medios de comunicación. Sin embargo, también existe un grupo que no está en el centro de los focos y cuyo trabajo no llama la atención, pero que sin él tampoco sería posible que una orquesta bien afinada funcionara.
Algunos de ellos llevan toda su vida, como José Molinuevo, Raquel Pérez o Ioseba Redondo. El segundo entrenador del equipo reconoce de forma jocosa que ya cuesta llevar la cuenta porque, afirma, “son ya 12 para 13 años y es algo precioso que creamos nosotras y jamás olvidaré el día que empezó”. Eso sí, aclara que por mucho tiempo que transcurra jamás se perderá “ese sentimiento de pertenencia creado porque, al final, es algo que lo has visto desde sus inicios; por eso siempre estamos con las mismas ganas que el primer día de continuar construyendo algo bonito”.
“El grupo humano que dirige el club es cercano y eso hace que la motivación venga sola”
El sentimiento que transmite Ioseba en sus declaraciones coincide con las de la fisioterapeuta, Raquel Pérez, quien también lleva prácticamente desde el inicio en el club. “Al principio estuve como jugadora y luego llevando al equipo a través del centro de fisioterapia Akari. Es más, aún recuerdo cuando estaba como jugadora y que ya ejercía de fisio”, señala.
Tanto el delegado Julen Vázquez como el preparador físico Victor Ciavattini y el fisioterapeuta Carlos Ariño Ciria se han adaptado perfectamente a esta familia. El primero lleva ya 5 años que “valoro de forma positiva, porque hemos creado un vínculo de familia donde aprendemos y nos divertimos a la vez que trabajamos”. Julen recuerda cómo fue su entrada al club, un día que nunca olvidará. “Fue cuando estaba entrenando en Liga Vasca y me vino Made para preguntarme si quería pertenecer a su familia”.
Respecto al más novato del equipo, Carlos Ariño, lleva tan solo un año. A pesar de no ser de Vitoria, admite que “es un reto precioso estar en el Araski y además se respira un gran ambiente”. Ciavattini, que inicia su segundo año en el Araski, coincidió con Madelén Urieta en la selección española en el Mundial sub-17. “Ahí me ofreció venir a Vitoria”, asegura el argentino, quien no dudó en aterrizar en la capital vasca ya que “el proyecto Araski siempre me fascinó muchísimo por los valores que transmitía; trabajar aquí es cómodo por la ayuda que hay. He podido estar en varios clubes y en ninguno he encontrado la facilidad que existe aquí. En el Araski todo el mundo está pendiente para que todo vaya bien y eso es muy de familia”.
“Aunque lleve poco tiempo, ya me he dado cuenta de que es muy fácil trabajar aquí”
El día a día
Respecto a la rutina diaria, Ioseba Redondo matiza que “el primer equipo es la punta del iceberg, pero por debajo hay mucho trabajo con las casi 300 niñas que tenemos y eso nos lleva a estar 24 horas pensando en el Araski, pero es lo que nos gusta, así que no nos podemos quejar”. Y es que aunque el Araski conlleve invertir muchas horas, los protagonistas lo hacen con una sonrisa. Y eso que en muchos casos deben combinarlos con sus respectivos trabajos, como es el ejemplo de Julen. El delegado Julen simultanea su puesto con otros como el de “directivo en Llodio y además tengo otra empresa familiar y eso hace que tenga la cabeza un poco loca; mi día a día es estar pendiente del móvil todo el rato. Por ejemplo, estoy atento a las citas médicas de las jugadoras”.
“Para nosotros son muy importantes en el día a día todas las niñas, es decir nuestra cantera”
Los fisios también admiten que esto implica un esfuerzo. “Compaginamos nuestro horario en el centro con algún plus de partidos, ellas vienen al centro de Akari a tratarse y antes de los partidos les acompañamos en Mendizorroza”, comenta Carlos. El preparador físico le dedica todo su tiempo al club. “No solo el primer equipo traslada felicidad, sino que la cantera y todo el mundo ayuda a que mi trabajo sea más cómodo”.
“He estado en varios clubes y en ninguno he encontrado la facilidad que existe aquí”
A pesar de que transcurran los años, una de las cosas más bonitas que conserva el Araski es ese sentimiento de familiaridad y cercanía, el cual no es fácil de mantener, ya que se producen muchos cambios temporada tras temporada. Ioseba sí deja claro que “es algo en lo que se hace hincapié. Es decir, a la gente que viene nueva se les intenta enseñar qué es el club, que somos una familia y que para nosotros son muy importantes todas las niñas, es decir nuestra cantera”. Respecto a este curso, el segundo entrenador cree que “el mensaje ha calado hondo en la plantilla, se les ve a todas muy identificadas con la filosofía del club”. Un mensaje que le ayuda a difundir la ex capitana Laura Pardo, que “realiza una labor increíble con nosotras, ya que nos sigue echando una mano en los entrenos y explica bien lo que significa el Araski”.
Por su parte, Raquel define al Araski “como pasión”. “La directiva es como una familia y aunque seamos profesionales, el equipo humano que dirige el club es cercano, y eso facilita todo y hace que la motivación venga sola”. Algo que corrobora su compañero de profesión. “Aunque lleve poco tiempo, me he dado cuenta que es muy fácil trabajar aquí, todo el mundo va en conjunto tenga el puesto que tenga y eso hace que el que entra de nuevo se sienta como uno más”.
De cara a este curso, Redondo aprovecha para admitir que “las últimas campañas las cosas no han salido como queríamos, quizá porque no logramos dar con la tecla para que el equipo tuviera esa garra que nos identifica. Eso sí, creemos que este año la plantilla sí lo hará y vamos a luchar los partidos hasta el final con estas guerreras. En definitiva, recuperaremos ese ADN Araski que nos caracteriza”. Un ambiente que corrobora Julen, para quien “estar con Ioseba y Made es como un clinic diario, es estar todo el rato aprendiendo”.
“Además de trabajar, creamos un vínculo donde aprendemos y nos divertimos”
Grandes vivencias
Lógicamente, cuando un club vive tantos años se almacenan multitud de vivencias. Los protagonistas coinciden en que el ascenso de Cáceres es uno de los mejores recuerdos. “Fue algo que nos pilló a todos un poco de sorpresa porque no lo esperábamos y no era el objetivo”, comenta Ioseba. Por su parte, el delegado se queda con la Copa de la Reina de Salamanca. “Ese instante en el que Laura Pardo mete el triple para ganar el partido se me quedará grabado en la retina para el resto de mi vida”. Raquel coincide con alguno de sus compañeros que el “ascenso a Liga 1 fue un momento muy especial para todos”. Carlos, aunque no lleve mucho tiempo, dice que “he vivido ya momentos muy bonitos e intensos y quiero agradecer a Raquel la oportunidad que me ha dado y a todo el grupo humano del Araski”. En cuanto a Victor, recuerda con pasión “el encuentro contra el Ferrol, donde remontamos con un ambiente espectacular y un Mendizorroza que se sintió increíble”.
También ha habido momentos más duros para los protagonistas. En el caso de Julen, su peor vivencia es a la vez su mejor recuerdo, es decir en Salamanca, ya que “al regresar de la Copa de la Reina nos confinaron por la pandemia y el equipo se encontraba en una dinámica increíble y eso fue doloroso”. Para los fisios los peores momentos son “cuando hay que esperar plazos de recuperación y alguna pieza importante se lesiona”.
Nunca se sabe lo que deparará el futuro, pero el Araski tiene bien cubiertas las espaldas con este grupo de trabajo. Todos ellos miran al mañana con esperanza de seguir creciendo. Julen espera que “estos cinco años que llevo se multipliquen por otros muchos; al ser un club pequeño siempre estamos trabajando, si yo necesito algo sé que están mis compañeros y si es al revés sucede igual. Todos nos apoyamos entre todos y eso hace que yo quiera seguir aquí durante muchos años”. Víctor también quiere “poder seguir creciendo con el club y ayudarles desde mi parcela. Eso es lo más bonito que me podría pasar”. Al final, como reconoce Ioseba, no quieren gloria ni aparecer en primer plano. “Estoy cómodo en un segundo plano ayudando a Made en lo que puedo”. Con gente así, el Araski irá al fin del mundo.