Desde la primera ola, en diálogo con otras administraciones públicas y con el tercer sector social, el Departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales puso en marcha diversas iniciativas para mitigar el impacto social, económico y emocional de la pandemia. Las necesidades fueron detectadas, particularmente por las administraciones locales y las entidades, a pie de calle. Demandas extraordinarias en una situación de crisis sanitaria, económica, social y emocional, como las de alojamiento, manutención y otras necesidades básicas. Desde el Gobierno Vasco Lide Amilibia, viceconsejera de Políticas Sociales, asegura que se crearon programas específicos para atender a las personas más necesitadas que hoy siguen a pleno rendimiento. "La pandemia ha supuesto un golpe importante porque muchas personas se han visto en la calle", destaca la viceconsejera.

Más de 160 personas viven a la intemperie en la Comunidad Autónoma Vasca, una situación que se agudizó con el inicio de la pandemia. ¿Qué trabajo se realiza desde el Gobierno Vasco para mitigar y sacar de la calle a estas personas?

-Desde el Gobierno Vasco impulsamos las estrategias que se crean para ayudar a las personas sin hogar. Pero los recursos y las competencias de las personas sin hogar están en los Ayuntamientos y en las Diputaciones. Lo que nosotros hacemos es coordinar el trabajo y cerciorarnos de que haya implicación en todos los municipios y Diputaciones. Así es como trabajamos la primera estrategia de personas sin hogar. Ahora estamos en una fase de evaluación para poder trabajar la segunda estrategia. Pero entre tanto, hemos tenido esta pandemia que ha supuesto un reto muy importante porque, tras su inicio, muchas personas se han quedado en la calle.

¿Por qué?

-Por varios aspectos. Muchas personas, por ejemplo, trabajaban en economía sumergida y con el confinamiento se eliminaron todos estos empleos y se vieron sin recursos. Otras, estaban en Euskadi de paso y tras su cierre se vieron atrapadas en la calle. Tuvimos que actuar de manera muy rápida para dar respuesta a este problema. Se abrieron todos los recursos que fueron necesarios en ese momento. Ha sido un trabajo muy interesante porque nos ha dado la oportunidad de trabajar al detalle con estas personas, hacer perfilados, y conocer qué características tienen, qué necesidades y, en función de ello, trabajar un itinerario.

Durante el confinamiento fueron agrupadas y trasladadas a polideportivos y diversos servicios. ¿Qué ha ocurrido con estas personas después?, ¿han vuelto a la calle?

-Prácticamente, todas las personas que en su día fueron recogidas en los diferentes recursos, han sido agrupadas por diferentes necesidades. Cuando se levantó el confinamiento nos dimos cuenta de que era muy importante seguir trabajando con estas personas y no dejarlas una vez más en la calle. Porque si permitíamos eso, todo lo que se había trabajado, hubiera quedado sin efecto. Fue un tema que nos preocupó mucho. Por ello, el Gobierno Vasco aportó al resto de administraciones los recursos suficientes para que a estas personas se les siguiera dando un itinerario y para seguir trabajando con ellos en diferentes proyectos, y así ha sido. Así, a todos aquellos que estaban en los recursos temporales se les intentó dar una continuidad en los recursos más estables para terminar con ellos los procesos de inclusión e integración.

Esto lo han trabajado con varios proyectos, como Lehen Urratsa y Azken Sarea Indartzen. ¿Siguen vigentes estos proyectos?

-Sí. De hecho, de cara al futuro, estamos trabajando también la siguiente estrategia de personas sin hogar. Conocemos mejor los perfiles y las necesidades de las personas sin hogar y seguimos inmersos en ese trabajo. Mientras tanto, estos dos programas siguen funcionando. En Azken Sarea Indartzen nos dirigimos a las personas que no cumplen los requisitos para acceder al sistema ordinario de garantía de ingresos. Con este programa se les cubre necesidades de alimentos, higiene, alojamiento, vivienda, además de los gastos de luz y agua, por ejemplo. Eso sí, el apoyo que ofrecemos es siempre a través de entidades; no vamos directamente a la persona que necesita la ayuda, trabajamos a través del tercer sector. En Lehen Urratsa se ha atendido a personas de situación de exclusión residencial grave.

¿Qué falla para que, pese a esa ayuda, siga habiendo tanta gente sin el cobijo de un hogar?

-Es un camino complicado, y hay que tener en cuenta lo dañada que esté la persona. La calle hace muchos estragos, daña mucho. Es cierto que hay personas que han dejado los recursos, pero diría que son la gran minoría. Y esto es así porque es un perfil muy difícil. Hay gente que no quiere ataduras. La libertad que les da la calle, no la encuentran en estos recursos que tienen que estar sujetos a reglas de convivencia. En otros casos, por tener problemas de enfermedad mental o adicciones, lo dejan. Nosotros seguiremos trabajando para intentar llegar a todas las personas que viven en la calle, para intentar darles recursos temporales y para trabajar con ellos en diferentes programas la posibilidad de reinserción.