Vitoria debería estar de fiesta por todo lo alto. La pandemia lo impide por segundo año consecutivo, ya que las autoridades han tenido que desprogramar todas las fiestas oficiales y actos tan queridos como la bajada de Celedón desde la torre de la iglesia de San Miguel.

Sin embargo, las calles con más solera del Casco Viejo están viviendo un ambiente muy cercano al de un 4 de agosto estándar. Incluso hay quien se ha atrevido a encender el puro.