- Al este del barrio de Isusi y junto al camino que conecta este pequeño núcleo rural de Llodio con la cercana localidad de Arrankudiaga, se encuentra el calero de Mintegieta. Un antiguo horno para la elaboración de cal de modelo francés que estuvo en uso, aproximadamente hasta 1950 por parte de su anterior propietario, Lázaro Eskuza, y que acaba de recuperar todo su antiguo esplendor, tras la rehabilitación integral a la que ha sido sometido por parte del Ayuntamiento, convirtiéndose así en un nuevo reclamo turístico para el ya de por sí interesante entorno de Ermualde.

Y es que, aunque presenta algunos hundimientos y fachadas agrietadas, el conjunto se conserva en buen estado y se aprecian todos los elementos que lo componen. Es decir, su boca de llenado, horno, boca de vaciado y un almacén exterior de unos veinte metros cuadrados.

“Esta legislatura, desde el Consistorio nos hemos propuesto recuperar aquellos símbolos y estructuras clave para entender la historia del municipio, por esto, hace meses que adjudicamos los trabajos para recuperar los restos de este calero como ejemplo del rico patrimonio etnográfico local”, explicó el concejal de Servicios, Barrios y Medio Rural, Joseba Amondo, en la presentación de la rehabilitación realizada.

No en vano, este tipo de hornos, ya en desuso, proliferaron a lo largo y ancho de la geografía vasca, ya que la cal era un producto con múltiples aplicaciones. En Euskadi está documentada su utilización como material de construcción desde la época romana, aunque fue a partir del siglo XVII cuando su empleo se extendió de forma considerable, especialmente en las áreas rurales, debido a su aplicación en muros y paredes mezclada con agua y tierra o para el blanqueo de los caseríos.

Además, en la agricultura cumplía la función de abono de las tierras de labranza, a la vez que eliminaba los insectos perjudiciales para los cultivos y en la ganadería servía para curar las heridas infectadas de las patas de los animales o como desinfectante de los establos.

Sin embargo, a medida que avanzaba el siglo XX, incapaces ya de competir con la producción industrial de los abonos químicos y del cemento, comenzaron a ser abandonados hasta llegar a desaparecer hacia los años cincuenta.

En concreto, los trabajos de reforma han supuesto una inversión cercana a los 35.0000 euros, gracias a los que ha sido posible rehabilitar todo el complejo, que comprende dos espacios: el propio horno de cocción de la piedra caliza y el almacén exterior del producto obtenido. “En el primero de los elementos no se observaron signos exteriores de derrumbe en sus paredes, por lo que las labores se han centrado en su limpieza y en la retirada de los materiales ajenos a su estructura original”, indicó Amondo. En cambio, añadió, “en el canal y boca de vaciado, de unos dos metros de longitud, sí que se produjeron desprendimientos en la sección interior ubicada entre los muros del horno y el muro de mampostería que da inicio al almacén exterior. De ahí que haya sido reconstruido colocando puentes de madera renovados y reponiendo la mampostería sobre ellos”.

Por su parte, el almacén exterior ha tenido que ser demolido y levantado en su totalidad. Para ello, “la piedra de sus muros actuales se ha cimentado con hormigón y la cubierta, dado su estado, no ha podido ser reutilizada”, matizó el edil, al tiempo que recordó que las obras han ido de la mano de un control arqueológico, por requerimiento expreso del servicio de Museos y Arqueología de la Diputación de Álava.

El grupo de profesionales se compone de reputados representantes del citado servicio foral, así como del Centro de Patrimonio Cultural del Gobierno Vasco, de la Universidad del País Vasco y la de Deusto, más Arkeologi Museoa (Bilbao) de la Diputación de Bizkaia, y su labor ha consistido en realizar un seguimiento de las demoliciones y reconstrucciones de las estructuras, del vaciado del interior y de los movimientos de tierra que han sido necesarios para las nuevas cimentaciones.

De igual forma, se han encargado de generar la documentación del proceso, recabando toda la información escrita y gráfica necesaria, para dar cuenta a las instituciones implicadas de los trabajos realizados y, por último, de prestar el asesoramiento técnico necesario a los operarios encargados de las obras, siempre que así se les ha requerido o se ha estimado conveniente desde el punto de vista histórico-arqueológico.