El Deportivo Alavés no es un equipo con poca pegada. No, al menos, si se compara con sus rivales directos por la permanencia. Sin embargo, lo que sí se ha visto desde que Eduardo Coudet tomó las riendas en diciembre es que, para ser peligrosos en ataque, los babazorros necesitan que el juego se desarrolle de una manera concreta. Y no es casualidad que ese escenario se dé más a menudo a domicilio que en Mendizorroza.
Tal y como pudo comprobarse por enésima vez durante el partido contra el Real Madrid, uno de los grandes aspectos a mejorar del conjunto gasteiztarra es su juego en estático. Cuando los oponentes le ceden la batuta, como hicieron los blancos en varios momentos al verse en inferioridad numérica por la expulsión de Mbappé, al Glorioso le cuesta horrores generar peligro. Juega en campo contrario, pero sin mirar a portería.
La única solución que ve el Alavés ante un rival ordenado atrás es colgar balones al área. Algo que es muy difícil que dé frutos si la única referencia es Kike García. En caso contrario, amansa la pelota hasta que, por un error u otro, la acaba perdiendo. Y eso ocurre por dos razones: la falta tanto de atacantes desequilibrantes como de trabajo colectivo. Nadie se mueve en esas situaciones.
El propio Coudet, en su comparecencia posterior a la derrota contra el Madrid, no dudó en referirse al primero de esos dos problemas: “Normalmente, el jugador de más uno contra uno es Carlos (Vicente), y se siente más cómodo por fuera que mirando a portería. Nos falta ese futbolista que hace gol de la nada”. La pregunta, entonces, es por qué no se buscó ese perfil en el último mercado.
Muy diferente es el desarrollo del juego babazorro en los partidos en los que el rival lleva la batuta. Cuando puede robar el balón y salir rápido al contragolpe, el Alavés sí que es peligroso. Así se vio, sin ir más lejos, contra el Girona. Los albiazules no necesitan posesión para ser protagonistas, solo intensidad defensiva y velocidad. Y mejor todavía es el resultado si los extremos o el mediapunta pasan por un buen momento de forma.
Por todo ello, no sorprende que la escuadra del Chacho esté generando más y mejores ocasiones y marcando más goles a domicilio que en Mendizorroza, pues es en el Paseo de Cervantes donde los rivales tienden a ser más pasivos. Así lo fueron, sobre todo, el Celta, Getafe y el Espanyol, incluso el Madrid y el Rayo durante algunos minutos. Solo tuvieron que ser férreos atrás y esperar su momento para llevarse los tres puntos.
EL DATO EN CASA
El dato de goles a favor en casa es desolador, sobre todo al compararlo con el resto de clubes de LaLiga. El Alavés ha visto portería once veces en 15 partidos. Un desempeño ofensivo que solo empeora el Real Valladolid (8). Todos los demás rivales directos por la salvación han marcado más: Leganés (16), Las Palmas (18), Girona (25), Espanyol (19) y Valencia (22).
Además, la mayoría de esos once tantos se lograron durante la estancia de Luis García Plaza, un total de siete. Es decir, el Glorioso solo ha sido capaz de ver portería como local en tres ocasiones desde que firmó a Coudet, lo que viene siendo una media de 0,37 dianas por partido. Así, no es de extrañar que Mendizorroza sea uno de los estadios más asequibles para los visitantes. Cinco puntos de 24 posibles es el rédito del argentino.
A domicilio, capaz de mostrar su versión más vertical, el Alavés de Coudet ha sumado once créditos de 24 y marcado 14 goles para un total de 22 en toda la temporada. Esa cifra lejos de casa solo la mejoran el Barça (43), Real Madrid (27) y Villarreal (24).