Reza un dicho que no hay mal que cien años (o partidos) dure y tras cuatro patinazos ligueros, el Alavés de Luis García apeó de la ronda copera a un Mérida que porfió durante los 95 minutos del pleito pero que terminó sucumbiendo ante un Glorioso que cierra el año feliz y se comerá los dulces navideños con un buen sabor de boca por la clasificación en tierras extremeñas.

Sonaba la música nocturna en el coliseo de la capital con la principal noticia en la cueva del guardameta ecuatoguineano Owono, que hacía su segunda presencia en las filas del once babazorro y la repetición en el centro de la zaga de Sedlar. En las huestes locales, un 4-4-2 en la pizarra inaugural con Dani Sandoval y Lolo Plá como faros en ataque.

El cuadro romano saltó al océano verde sin miedos ante todo un David de una categoría superior. Justo al cumplir el primer minuto, el primer jaque local en un saque a cuero estático que Meléndez chocó contra la zaga albiazul. Álvaro Ramón capturaba el esférico pero su remate iluminó las estrellas.

La primera noticia en las huestes del Glorioso la etiquetó Sylla en un remate en plancha que se desvió por poco del portal de Javi Montoya los cuatro minutos. Bien aposentado el cuadro anfitrión y sin nada de miedo en la disposición de sus efectivos sobre la moqueta verde, incomodaba a un Alavés que cargó su sinfonía de ataque en el ala izquierda con sus puñales Rubén Duarte y Luis Rioja.

Un pase excelso de Larrubia por la derecha conectó con Lolo Plá, pero su remate forzado ni hizo titubear a Owono (min. 11). Con celeridad respondió el Deportivo Alavés en un aterrizaje de Jason que peinó alto.

El míster local retrasaba unos metros sus esquemas y dejaba arriba solo como un islote a un Lolo Plá que la verdad, ofreció pocos argumentos y remates. En las filas del Glorioso, el emeritense y enganche Rober González, cada vez que olía bola, provocaba sudores y taquicardias a los defensores romanos.

Fue haciendo suya la hegemonía del cuero el cuadro vitoriano y lo anteriormente expuesto con su protagonista se puso de relieve. Una diablura y detalle balompédico que le cataloga, marchándose de tres defensores, exigió las manos de hierro de Javi Montoya, que tapó el remate pero no pudo evitar la tragedia en el remate letal del almeriense Salva Sevilla (min. 25).

El once pecholata no bajó los brazos y adelantó cinco metros sus líneas destacando en el bloc de notas una buena opción de Erik Ruiz tras un despeje dudoso de Owono. Un paso atrás del barco vitoriano y a dejar remar a un Mérida que no le cupo otra que sacar y exponer todo lo que llevaba dentro.

Fueron los mejores pasajes balompédicos locales y las mejores opciones de igualar fuerzas. Larrubia echó sus boletos desde la frontera del área pero sin fruto a nueve de intervalo y se acabó. A refrescar piernas, mentes y botas.

La segunda parte no aportó nada nuevo. Sin cambio de rostros en ninguno de los equipos, asomaba la segunda entrega con un juego muy trabado, destacando las numerosas faltas e interrupciones sobre la herbácea. Sandoval desde el vértice izquierdo del área lució galones en un tiro que no pasó a mayores (min. 55) y de inmediato, primer cambio de fichas locales.

Concursaba el mediapunta Busi en lugar de Akito y empezó a creer en sus opciones un Mérida con buena circulación y salida del cuero desde atrás. Un pase de cirujano de Sandoval sobre Lolo Pla enervó a la grada por el contacto de Rubén Duarte sobre el delantero, pero el colegiado no señaló el punto de ejecución.

La tropa vitoriana aguantaba el corazón e ímpetu del cuadro anfitrión y aunque descuidó algo las bandas y las coberturas, no mucho, tampoco tuvo excesivos apuros a la hora de la verdad. En el Mérida decía adiós Pla y concursaba el rifle y esperanza Carlos Cinta con 20 minutos por luchar.

En el Glorioso, Luis García movía el banco dando entrada a De la Fuente, el local Toni Moya, Guridi -que se colocó en la mediapunta- y Alkain. Refrescos musculares y a cerrar todo lo que se podía la exigua ventaja para no dar vida alguna al bloque de la capital autonómica extremeña.

El reloj de arena entraba en los diez minutos finales y el técnico Juanma Barrero quemaba sus últimas naves con un triple cambio descaradamente ofensivo a cinco del final que no redundó en nada positivo y los vitorianos estarán en la siguiente ronda copera. Eso sí, con mucho sufrimiento.