El Deportivo Alavés tuvo en su mano llegar vivo a la última jornada del campeonato liguero, pero volvió a fracasar estrepitosa e inexplicablemente. La escuadra vitoriana jugará la próxima temporada en Segunda División después de que, haciendo honor a su habitual y paupérrima imagen lejos de Mendizorroza, cayera por 3-1 en el Ciutat de Valencia, donde, pese a conseguir adelantarse en el marcador, fue muy inferior a un Levante ya descendido y que tampoco aparentó necesitar un esfuerzo titánico para llevarse la victoria.

Consciente de la buena actuación de sus pupilos ante el Espanyol, Julio Velázquez decidió mantener el dibujo y también, salvo en dos posiciones, a sus protagonistas. Ximo Navarro, ya disponible tras cumplir sanción el pasado miércoles, ocupó el lateral derecho en detrimento de Nahuel Tenaglia, bastante flojo en su última aparición; y Pere Pons acompañó a Gonzalo Escalante en lugar de Mamadou Loum, que no pudo viajar a Orriols después de ver la quinta tarjeta amarilla de su segundo ciclo durante el choque contra los pericos.

En lo referente al partido, lo cierto es que este no tuvo un inicio muy prometedor. El Alavés saltó al césped granota demasiado temeroso, aunque tal vez sabedor de que tendría su momento, y dejó que fuera el Levante el que llevara la batuta del juego. No obstante, y al contrario que lo sucedido en Balaídos, la superioridad de los locales no derivó en un acoso sobre la portería de Fernando Pacheco, a quien no se nombró hasta que, ya en el minuto 26, Morales intentó abrir la lata con un débil y raso remate desde la frontal albiazul.

Ante esta narrativa, en la que ninguno de los dos equipos se mostró capaz de triangular una buena jugada mediante la que plantarse en el área rival, la estrategia irrumpió como la fórmula del éxito para los babazorros -al igual que lo hizo frente al Espanyol-. Superada la media hora de juego, cuando los visitantes aún no habían probado al joven guardameta juvenil del conjunto valenciano, Laguardia envió un balón larguísimo al área y allí apareció Joselu, previo error de Vezo, para controlar con el pecho y marcar el 0-1.

Una ventaja inesperada, pues el Alavés apenas había hecho méritos ofensivos sobre el césped de Orriols, pero que pudo ir a más. Justo antes del descanso, Rioja intentó una de sus

habituales arrancadas por la banda y le sirvió el segundo tanto de la tarde a Jason; sin embargo, este último, de cabeza en el punto de penalti, se topó con la gran intervención de Primo, exigido por primera vez en todo el encuentro.

Ya en la segunda mitad, lo que parecía una oportunidad única terminó convirtiéndose en una auténtica película de terror. Poco después de que se señalase la reanudación, el Levante igualó el marcador por medio de un inapelable testarazo, en una acción a balón parado, de Óscar Duarte y ahí terminó todo. El Glorioso fue incapaz de hacer frente al jarro de agua fría que supuso el gol del empate y la superioridad de los locales fue muy similar a la del Celta hace dos semanas.

Primero Roger (2-1) y luego Morales (3-1), excesivamente cómodos al contraataque, golpearon las esperanzas de los alavesistas desplazados al Ciutat de Valencia y pusieron fin al periplo de la escuadra gasteiztarra en Primera División. Algo que, además de doloroso, pudo ser incluso ofensivo, puesto que los babazorros, jugándose la vida, ni siquiera fueron capaces de intimidar la meta granota y, si no llega a ser por Pacheco, el desenlace pudo haber sido otra goleada bochornosa.