Javi Calleja llegó la pasada temporada al Alavés cuando el equipo daba tumbos y se despeñaba hacia el infierno de la Segunda División. El entrenador madrileño devolvió la autoestima a unos jugadores que se veían incapaces de dar tres pases seguidos, recuperó para el once inicial a los dos futbolistas con más calidad -Lucas Pérez y Jota Peleteiro- y, en definitiva, supo cambiar la mentalidad de un grupo que bajo su manto protector obró un pequeño milagro con el que prácticamente nadie contaba.
Desde su aterrizaje, el Alavés fue sobre todo un equipo mucho más protagonista con el balón que no solo se dedicaba en los partidos a replegarse atrás con orden, aguantar las embestidas de los rivales y salir al contragolpe. También era un conjunto que en ciertos tramos deseaba ser protagonista, no rehuía la posesión e incluso aspiraba a jugar en campo contrario embotellando al adversario de turno.
Una filosofía poco habitual por estos lares y nada que ver con lo que había ofrecido el Alavés hasta ese instante pese al consabida buen gusto futbolístico de Pablo Machín, el primer técnico que salió por la puerta de atrás de Vitoria.
Pues bien, dichas virtudes, las derivadas de un Alavés sin cortapisas para tratar de construir algo de fútbol en la sala de máquinas, pretenden trasladarse al esperanzador proyecto de la campaña 2021-22 a tenor del perfil de las nuevas contrataciones que están desembarcando en Mendizorroza. El camino más fácil hacia la victoria es el buen fútbol y la propuesta de Calleja es más fácil de que vea la luz si dispone de la materia prima idónea.
Manu García e Iván Martín, dos futbolistas cortados por un patrón similar y que pueden moverse por todo el frente del ataque dada su polivalencia, confirman el cambio de piel que está dispuesto a experimentar el Alavés en la que será su sexta temporada consecutiva en la élite del fútbol estatal.
A la espera de cómo se redondee una plantilla con todavía algunas incógnitas y que, por ejemplo, en el centro del campo podría seguir acogiendo a Rodrigo Battaglia, queda ya claro que el vitoriano no será un conjunto conservador que rehúya la responsabilidad de dominar un partido ante determinados rivales. Para ello, no cabe duda de que es necesario, por un lado, un técnico con cierta vocación ofensiva y luego futbolistas que se encuentren capacitados para ejecutar ese plan sobre el terreno de juego.
En el poco tiempo que lleva al frente del equipo, Calleja ha presentado las credenciales de un fútbol vistoso y atractivo para los paladares más exigentes. El pasado curso no le tembló el pulso para, por ejemplo, alinear a un único mediocentro y evitar ese numantino dique de contención atisbado en numerosos encuentros con hasta tres jugadores de un perfil destructor cubriendo las espaldas a los hombres de vanguardia.
Esta campaña tiene visos de que dicho planteamiento podría reeditarse y que coincidan varios peloteros en el once. Con los primeros duelos de la pretemporada a partir de esta semana, podrán vislumbrarse poco a pocos los planes de Calleja, obligado a hacer probaturas y testar todas las posibilidades que ofrece una plantilla con, eso sí, su espina dorsal prácticamente intacta.
Ello tampoco implica que haya jornadas, especialmente ante los grandes donde uno siempre está predestinado a sufrir, en las que el Alavés ponga en práctica otro tipo de planteamiento en busca de añadir puntos a su casillero. En el fútbol existen hoy en día muchos caminos para alcanzar la victoria y el preparador madrileño también dispone de alternativas válidas para protegerse algo más y aprovechar la velocidad de sus galgos en las bandas (Rioja, Edgar y, quizás, Pellistri si termina consumándose su cesión).
Javi Calleja, un entrenador valiente y amante del buen fútbol, cambió la mentalidad del grupo en este sentido al final de la pasada campaña