- Suele decirse que cuando se cierra una puerta se abre una ventana y ese es el escenario en el que se encuentra ahora mismo Martín Aguirregabiria. El canterano albiazul afrontaba una campaña teóricamente oscura tras no entrar apenas en los planes de Pablo Machín durante la pretemporada y los primeros encuentros oficiales del curso. El preparador soriano no lo contemplaba como una opción útil para implementar su esquema habitual de tres centrales y dos carrileros y el jugador vitoriano quedó relegado sistemáticamente al banquillo.
De hecho, durante los últimos días de apertura del mercado estuvo sobre la mesa la posibilidad de que el zaguero abandonase la entidad del Paseo de Cervantes como cedido en algún destino en el que contase con los minutos de los que no disfrutaba en Gasteiz. Sin embargo, finalmente Martín optó por continuar trabajando en casa y pelear por conseguir una oportunidad. Un objetivo que, poco a poco, está logrando.
Tras disputar los dos últimos minutos del duelo inaugural de la temporada ante el Betis, el zaguero vitoriano no había vuelto a pisar el césped hasta la séptima jornada. Cinco largas semanas viendo la evolución de sus compañeros desde la barrera sin que asomase siquiera una pequeña oportunidad.
Un resquicio que se abrió en el tramo final del encuentro frente al Valladolid. Tras conseguir por fin adelantarse en el marcador -gracias al gol de Tomás Pina- ante un adversario en inferioridad numérica desde los primeros minutos, El Glorioso comenzó a verse agobiado por el agónico intento de reacción pucelana. Pablo Machín decidió entonces recurrir al banquillo para apagar ese pequeño fuego y entre el trío de jugadores de refresco incluyó a Martín. La maniobra le salió redonda al técnico, ya que el segundo tanto albiazul que sentenció la contienda se produjo a renglón seguido.
Pero también el gasteiztarra obtuvo su particular recompensa, puesto que aprovechó al máximo los diez minutos largos que le dio el entrenador y mostró un nivel más que correcto. De hecho, actuando en la banda derecha del centro del campo, tuvo una participación determinante en el gol con el que Borja Sainz terminó asegurando los tres puntos para el Deportivo Alavés.
Esa esperanzadora actuación bien podría ser la semilla de un futuro más halagüeño -al menos a corto plazo- para Aguirregabiria. Porque pese a iniciar el encuentro ante el Barcelona en el banquillo (como siempre hasta ahora) el pasado sábado disfrutó de su mayor ración de minutos de la temporada.
En ello tuvo mucho que ver, claro está, la inesperada lesión de Ximo Navarro poco antes del descanso. El granadino tuvo que abandonar el terreno de juego con molestias musculares que las posteriores pruebas médicas desvelaron que se debían a una "lesión de grado intermedio en el bíceps femoral" de la pierna izquierda". Un problema que le obligará a permanecer en el dique seco durante varias semanas y que se puede convertir en el cómplice ideal de Martín.
El jugador vitoriano mantuvo ante el Barça el elevado nivel ofrecido por su compañero y, pese a tener que lidiar con el incisivo Ansu Fati -el más peligroso sin duda de la escuadra de Ronald Koeman- fue capaz de proteger su zona hasta el final del duelo y participar incluso en alguno de los contados despliegues albiazules tras el descanso.
Con estos avales, se postula ante Pablo Machín para que el técnico soriano lo tenga en cuenta para la importante visita del domingo al Levante. Si el entrenador del Glorioso opta por mantener la defensa de cuatro hombres a la que ha recurrido en las últimas jornadas, el gasteiztarra parece partir con ventaja para integrar el once inicial. Aunque también tendría, eso sí, la competencia de Tomás Tavares, que estrenó la camiseta del Alavés en partido oficial el pasado sábado.
Las opciones de Martín se reducirían, en cambio, si el equipo trata de recuperar la fórmula de los tres centrales y dos carrileros. Un dibujo en el que el joven futbolista portugués y, sobre todo, Edgar Méndez encajan mejor a los ojos del máximo responsable del banquillo local de Mendizorroza. A expensas de lo que pueda suceder en el Ciudad de Valencia, en cualquier caso, el jugador vitoriano ya ha encontrado la ventana por la que intentar colarse.
Regreso. La visita de este domingo del Deportivo Alavés será el primer encuentro que el Levante dispute en su propio estadio desde hace muchos meses. Y es que el cuadro granota ha tenido que vivir 'exiliado' debido a las obras que está llevando a cabo en su feudo del Ciudad de Valencia. De esta manera los encuentros como local del epílogo del pasado curso -tras el parón por el coronavirus- los disputó en La Nucía y los de la actual temporada en el estadio de La Cerámica de Villarreal. El sábado será el único día que el plantel de Paco López tiene previsto entrenar en el nuevo césped de su terreno de juego antes de medirse al 'Glorioso'.