Roberto

Se llevó otros cinco goles en el desenlace de la temporada y eso que de nuevo volvió a ser de largo el mejor del equipo. Varias intervenciones sensacionales y muy poca ayuda.

Edgar

Poner en este espacio a un solo jugador del Alavés no resulta justo, pues fueron muchos los que salieron penosamente retratados en la foto. El tinerfeño fue uno de ellos.

0

5

Estadio Mendizorroza.

Árbitro Martínez Munuera (valenciano).

Alavés

31. Castro; 12. Navarro; 27. Tachi (45'); 15. Fejsa (59'); 20. Pons (45'); 36. Abdallahi (65'); 18. Vidal; 11. Rioja (45'); 29. Borja Sainz; 32. Paulino; 38. Rodríguez.

Barcelona

1. Ter Stegen; 36. Tenas; 2. Semedo (50'); 21. De Jong (58'); 19. Braithwaite (78').

0-1, minuto 24: Ansu Fati. Internada tranquila de Messi por la derecha y su centro tocado al primer palo lo empalma Ansu Fati rompiendo desde atrás.

0-2, minuto 34: Messi. Rápida contra del Barça, Puig le cede al argentino, que sienta a Roberto y marca a placer. 0-3, minuto 44: Suárez. Conexión entre Messi y Alba y el centro bombeado los cabecea Suárez sin oposición. 0-4, minuto 58: Semedo. Pase al espacio de Messi a Semedo. 0-5, minuto 75: Messi. Nueva acción de enorme sencillez del Barcelona en el área en la que Suárez conecta con Messi para que la empuje.

Sin amonestaciones.

- El Deportivo Alavés se quitó un enorme peso de encima con la victoria en Sevilla que le dio la permanencia y justo cuando el colegiado señaló el final de dicho encuentro dio, con la permanencia ya asegurada, dio por cerrado el curso en el apartado competitivo. Ayer fue el equipo que ya no estaba ahí, en Mendizorroza, donde le correspondía. No se jugaba más que la imagen y los millones de euros añadidos que se reparten por la clasificación final -estos poco importan a unos jugadores a los que se les ha reducido de forma importante el salario- y los albiazules mostraron la indolencia del que nada pierde en el envite. Como si fuese un partido en el patio del colegio de esos que se organizan en cada recreo. Todos quieren meter gol, pocos se preocupan de defender y el que peor lo pasa siempre es el portero del equipo malo, que suele ser el de los pequeños. Ante el Barcelona, en modo abusón al no encontrar siquiera oposición, El Glorioso se llevó una de esas goleadas que los juveniles les endosan a los benjamines. Sin tensión competitiva, con una relajación propia de un partido de exhibición y con la indolencia de quien ha cumplido con el mínimo exigido y no pretende dar ni un gramo más, las hordas de Messi sudaron porque en Vitoria hacía un calor insoportable, no porque su rival les exigiera en exceso. Una goleada fea para bajar la persiana a un curso del que se tienen que sacar muchas conclusiones de cara al futuro. Y pocas positivas.

En este tipo de partidos en los que no hay nada en juego se pueden plantear dos escenarios: o que los dos contendientes den ya por cerrado el curso o que al menos saquen a relucir una versión competitiva. En el caso del Barcelona, vistos sus precedentes, cualquier cosa se podía esperar, pero impulsado por sus jóvenes y con la presencia de un Messi que aún andando es peligroso, el equipo de Setién se quitó de encima ese aroma de putridez que venía desprendiendo y se volcó al ataque desde el inicio. Tres disparos a los palos (Puig, Vidal y Messi), amén de otras cuantas buenas ocasiones, en apenas un cuarto de hora fueron buena muestra de sus intenciones. Otra cosa fue la del conjunto albiazul, que superada la tensión de los partidos por la permanencia se olvidó de esa intensidad que necesita para ser competitivo y dejó el partido completamente abierto. Y ahí, el naufragio estaba asegurad

El equipo de López Muñiz no se quedó al margen de las alegrías ofensivas en el arranque, pues en un partido descosido y escaso de tensión defensiva -suerte que andaban por ahí Laguardia y Roberto-, también encontró espacios para expresarse. Eso sí, a la hora de definir la calidad de unos y otros se encuentra a galaxias de distancia.

El gol del Barcelona era cuestión de tiempo. O de que un milagro intercediese por el Alavés. Mejor reservarlo para fechas más importantes, la verdad. Pero un poco más de intensidad no hubiese estado mal. Solo por imagen. Y es que Messi es inigualable, pero dejarle que juegue al paso no es normal. Así, andando, partió de su refugio en la sombra y pegado en la banda para llegar al borde del área y tocar sin oposición alguna suave hacia la ruptura de un Ansi Fati que fusiló a Roberto.

El fuenlabreño tuvo uno de esos partidos que odian los porteros. Protagonista absoluta y de nuevo el mejor del equipo. Otra vez, aquello de que la goleada no fue mayor gracias a él. Y es que trabajo tuvo a espuertas. E hizo mucho más de lo que puede calificarse como sobresaliente porque el repertorio de paradas fue espectacular. El problema viene cuando tus compañeros están a otras cosas. Como en el 0-2, un contragolpe de una falta a favor ejecutada de forma horrible y que propició que Messi marcase a placer con una genialidad de las suyas. Solo el nombre de los protagonistas cambió en el tercero justo antes del descanso, un cabezazo a placer de Suárez tras conexión entre Messi y Alba.

Tras el descanso el Alavés se activó un poco más, aunque ni con ello evitó que Messi campase a sus anchas para seguir repartiendo alegría entre sus compañeros. Semedo hizo el 0-4 y el propio diez se encargó de firmar el 0-5 ante un Glorioso que ya no estaba ahí.

López Muñiz Hay que valorar muy positivamente su trabajo anterior al partido de ayer, pero no fue capaz de que el equipo se activase mentalmente de cara a un encuentro en el que clasificatoriamente no se jugaba nada y el Barcelona no tuvo problema alguno para pintarle la cara. Lo más grave que se le puede achacar es que no fuese capaz de darles minutos a todos los canteranos -solo jugó Abdallahi- para regalarles un final bonito.

Sin intensidad El Alavés venía de sufrir muchísimo en los últimos partidos y, tras conseguir la permanencia el pasado jueves en Sevilla, se dejó la intensidad que requiere para competir en el vestuario. Si en los primeros compases al menos le dio para devolver algún golpe, a partir del primer gol del Barcelona la caída fue en picado.

Feo cierre a un curso extraño Con la salvación asegurada, que era lo único importante, el epílogo de la temporada no pudo ser más feo y no hace sino añadir un nuevo episodio triste a lo que ha sido un tramo final del curso con muchos capítulos que se salen de la normalidad. La imagen del Alavés tras el parón ha sido paupérrima.

El cuadro albiazul dio el curso por finiquitado con la permanencia y ayer no le puso al encuentro el mínimo que se le cabe exigir