Vitoria - A pesar de haber cerrado ya las contrataciones para el centro del campo de Víctor Camarasa -quien ya se estrenó el sábado contra el Levante- e Ismael Gutiérrez -estuvo en el banquillo en dicho encuentro-, el Deportivo Alavés mantiene activa la búsqueda de una nueva pieza para la zona ancha que responda al perfil de pivote clásico y ejerza de relevo más puro del lesionado Tomás Pina. Como ya ha podido comprobar de primera mano la dirección deportiva albiazul, las alternativas con calidad contrastada y experiencia en España -esta cuestión se considera fundamental para acelerar la adaptación- son muy limitadas, pero Sergio Fernández y su equipo han encontrado un futbolista que responde perfectamente a esos requisitos y cuya contratación supondría, al menos sobre el papel, un enorme salto de calidad para la plantilla vitoriana. El gran deseo del Glorioso para cerrar su centro del campo es Steven Nzonzi, pero la llegada del pívote francés requiere de un ejercicio de ingeniería negociadora del más alto nivel. No en vano, se trata de un caso que presenta muchas aristas, alguna de ellas muy difícil de limar, y que requiere al mismo tiempo de habilidad, paciencia, poder de persuasión y, sobre todo, un desembolso económico de primera magnitud.
En estos momentos, Nzonzi se encuentra en el Galatasaray cedido por el Roma, pero su continuidad en el club turco más allá de este mes de enero es inviable. No en vano, el centrocampista galo se encuentra "apartado del equipo de forma indefinida" desde el pasado 13 de diciembre por "un acto de indisciplina durante un entrenamiento". Lejos de quedarse ahí, dicho episodio fue seguido a finales del pasado año de unas declaraciones en las que el jugador criticaba abiertamente a sus compañeros y señalaba su deseo de abandonar el club. "No he hecho nada por lo que deba pedir perdón, no quiero quedarme aquí", aseguró.
La necesidad de encontrar una salida es clara y por ello son muchos los clubes (Olympique de Lyon, Everton, West Ham, Aston Villa...) que se han interesado por la situación de Nzonzi, quien quiere encontrar acomodo en una competición de máximo nivel en Europa y ha descartado emprender una experiencia exótica como jugar en China. El primer paso es que el futbolista rompa su actual cesión con un club con el que mantiene serias desavenencias y, a partir de ahí, tocaría negociar con el Roma, que es el propietario de sus derechos desde que lo fichase del Sevilla en el verano de 2018 por treinta millones de euros, una operación apadrinada por Monchi que fue quien descubrió al galo en el Stoke City y se lo llevó en 2015 al club hispalense por ocho millones.
El elevado sueldo de Nzonzi (alrededor de 3,5 millones de euros anuales) es una de las grandes trabas para su fichaje. Otra, el complicado entorno de un futbolista abonado a la polémica -en Sevilla se conocen bien sus salidas de tono, que ha repetido ahora en el Galatasaray- y que está representado por su propio padre. Y, por último, el deseo del galo de enrolarse en un club de máximo nivel, lo que en su momento ya le condujo a descartar al Celta, que lo pretendía como sustituto de Stanislas Lobotka.
Como futbolista, y al margen de los distintos episodios polémicos que ha protagonizado, poco hay que descubrir de un mediocentro que destaca por sus 196 centímetros de altura y una enorme potencia física que le permite imponer esa fortaleza en el cuerpo a cuerpo y en el juego por alto. Además, se trata de un jugador que encaja a la perfección en la idea de recuperación y salida, ya que es muy activo en las labores grises y tiene muy buena capacidad para sacar un primer pase sencillo y de calidad. En su etapa en el Sevilla, un pivote que dominaba toda la zona ancha con contundencia; aunque tanto en Roma como en el Galatasaray su nivel ha decrecido.