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Árbitro Sánchez Martínez (murciano).

1-0, minuto 14: Ocaña. Balón a la espalda de Martin que recibe solo Ocaña y saca un disparo cruzado duro que no puede desviar Sivera.

2-0, minuto 84: Martín. Contragolpe que le llega al delantero, Sivera saca su primer remate pero no encuentra apoyo y a la segunda Martín marca. 2-1, minuto 86: Pons. Balón filtrado de Burgui al área, Pons recibe y saca un regate hacia la izquierda para meter el balón pegado al poste. 3-1, minuto 90: Hernández. Nueva contra del Jaén perfectamente conducida mientras la zaga albiazul recula y Hernández acaba definiendo solo.

Expulsó por roja directa a Laguardia (minuto 52). Amonestó a Guidetti (minuto 10), Gabri (minuto 17), Joselu (minuto 52), Wakaso (minuto 59) y Martín (minuto 63).

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José Manuel Salán Gaite. Un aficionado que recorre todo el mapa para presenciar en directo cada encuentro del Glorioso. Ese seguidor fue lo único digno que tuvo ayer el Deportivo Alavés en su visita al Jaén. Y su imagen, en pie solo en las gradas de La Victoria y viendo con las manos cruzadas a su espalda el desastre que el equipo de su corazón estaba protagonizando, vale más que mil palabras. Porque el episodio que ayer perpetró el cuadro albiazul fue incluso peor que el más espantoso de los ridículos que pueden recordarse. Como si con él no fuese la cosa, si tuvo alguna intención de pasar la primera eliminatoria ni siquiera se encargó de demostrarlo. Ni siquiera el deplorable estado del terreno de juego -que se permita jugar en un campo así es para analizarlo- puede servir de excusa ante el baño que recibieron los albiazules, desarbolados por completo ante un rival de Tercera División que pasó de ronda sin siquiera sufrir y casi regodeándose en su superioridad. Una eliminación de consecuencias que pueden ser letales a corto plazo, pues encima Asier Garitano se cayó con buena parte de sus titulares.

El preparador de Bergara tomó esa extraña decisión de apostar por varios jugadores importantes en su once inicial a pesar de la debilidad del rival y del lamentable estado del campo -ni se le puede calificar como césped-, que podía conllevar un serio riesgo de lesiones. Precisamente, el botoso escenario propició que de inicio las desiguales fuerzas se equilibrasen, ya que la superior calidad -al menos supuesta, pues no fue tal en ningún momento- con el balón de los albiazules quedaba mitigada por la imposibilidad de hacer circular el balón a ras de suelo. Esa falta de adaptación a las condiciones y el mayor ímpetu de los locales -algún visitante pretendía ganar sin llegar a mancharse ni sudar- propiciaron un arranque de partido de auténtica locura en el que el esférico iba de un lado a otro en un absoluto descontrol.

De las circunstancias que se escapan de la normalidad, en el mundo del fútbol casi siempre sale ganando quien menos tiene que perder. Y ese fue un Jaén que se aprovechó a la perfección de su conocimiento del terreno y sus infinitas mayores ganas para castigar un grave error defensivo que dejó abierto todo el carril derecho de la zaga. Por ahí se coló Ocaña, el lateral izquierdo, para sacar un duro disparo cruzado que Sivera no pudo rechazar y que supuso el 1-0 a los 14 minutos de juego.

La pesadilla no podía tener un desarrollo peor, ya que estaba claro que levantar el partido iba a ser tremendamente complicado. Así transcurría la primera parte sin que el cuadro alavesista fuese capaz de atosigar siquiera a un rival que veía cómodamente correr el tiempo sin sufrir apenas. Ni un solo disparo a puerta hasta casi el final.

Si algo malo le faltaba a la eliminatoria, ahí apareció el lamentable arbitraje de un Sánchez Martínez -y sus asistentes, que no toda la responsabilidad cabe achacársele al colegiado- que evidenció tener aún menos nivel que el campo en el que se jugaba. Más allá de dejarse en el tintero dos claros penaltis sobre Borja Sainz, por momentos el partido se le fue por completo de las manos con el riesgo que eso entrañaba.

Al descanso nada podía ir peor. O eso se podía pensar. Nada más lejos de la realidad. Si la cosa ya estaba complicada, Laguardia se encargó de ponerla casi imposible con una expulsión injustificable en el arranque del segundo acto. Si el Alavés ya era poco hasta ese momento, desde ahí ya fue la nada. La portería la vio de lejos y en cuanto asumió riesgos yéndose al ataque a la desesperada el Jaén aprovechó los espacios. En un final frenético, Martín pareció sentenciar en el 84 con el 2-0 al contragolpe, pero al poco Pons, en el primer disparo a puerta, ponía una mínima esperanza con un 2-1 que fue efímero, pues en otra salida rápida resolvió Hernández ya en el minuto 90 con el 3-1 definitivo.

Un batacazo espectacular con una imagen pésima y que viene a redundar en los problemas que este Alavés arrastra. Una caída copera, ante un Tercera, que puede tener consecuencias graves.

Eliminación inesperada El nuevo formato de la Copa del Rey propiciaba unas primeras eliminatorias ante rivales de categorías muy inferiores y teóricamente accesibles a pesar de tener que afrontarlas a domicilio, pero el Deportivo Alavés cayó ayer a las primeras de cambio en un partido en el que fue claramente inferior al Real Jaén.

Muchos señalados El planteamiento de Asier Garitano recurriendo a muchos titulares habituales en un campo en el que el riesgo de lesiones era evidente fue del todo inexplicable. A partir de ahí, muchos fueron los futbolistas que fallaron de manera estrepitosa, sobre todo en un entramado defensivo que hizo aguas por todos los lados. En ataque, el rendimiento fue muy escaso.

El sevillano fue de lo poco salvable ayer en Jaén. Le puso ganas -cosa que no se puede decir de todos sus compañeros- y buscó generar ventajas por la banda izquierda.

Dentro de una actuación para olvidar de la mayoría de los alavesistas que actuaron ayer, la nueva expulsión que cometió el central, y ayer capitán, es del todo injustificable.