0-1, minuto 55: Messi. Conexión de Alba con el argentino, Pina le deja recibir demasiado cómodo y darse la vuelta y el disparo de Messi roza en Alexis y despista a Pacheco.

0-2, minuto 66: Messi. Mal despeje de Alexis, que rebota en el argentino y aprovecha para fusilar a Pacheco.

Amonestó a Umtiti (minuto 32), Wakaso (minuto 36), Ely (minuto 38), Sergi Roberto (minuto 41) y Piqué (minuto 45). Tarjeta amarilla al entrenador del Deportivo Alavés, Luis Zubeldía, en el minuto 47+.

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Vitoria - Hace tres meses la figura de Leo Messi se interpuso entre el Deportivo Alavés y el primer título de su historia y ayer fue de nuevo el genio argentino el que acabó echando por tierra el encomiable esfuerzo de un Glorioso que, en esta ocasión sí, fue un equipo tras el esperpento protagonizado en el arranque del curso en Leganés. La mayor estrella del balompié mundial fue, de nuevo, la única diferencia entre dos rivales que no distaron tanto de sí ayer. El acierto de uno, aún a pesar de que siempre parece jugar caminando y errando además un penalti, ante la nula puntería del otro, que desperdició un buen puñado de ocasiones preciosas ante un oponente que, pronto o tarde, siempre acaba marcando. Si Messi hubiese jugado ayer de albiazul, al igual que en entonces en el Vicente Calderón, la moneda se habría acabado decantando del lado albiazul. La diferencia entre el modesto y el gigante en un solo futbolista. Tanto sudor derrochado para tan poca recompensa se fue rumiando ayer el alavesismo, pero el equipo al menos marcó la que tiene que ser la línea a seguir en partidos venideros y de la derrota ante el Barcelona se puede sacar una lectura positiva. Fichando bien lo que todavía falta, sobre todo en la punta del ataque, hay mimbres para la tranquilidad.

Tras el desastre de Leganés, había avanzado cambios Zubeldía y las variantes llegaron con la apuesta por un sistema 4-3-3 y las entradas como titulares de Tomás Pina en el eje y de Óscar Romero tirado a banda derecha. Precisamente, el paraguayo se convirtió en protagonista de la primera aproximación de peligro, una internada en la que forzó una falta que él mismo tiró y que obligó a estirarse a Ter Stegen.

Esa primera ocasión local supuso la nota discordante antes de la transición al tradicional dominio barcelonista basado en posesión y circulación. Para tratar de aplacarlas, los albiazules formaron dos líneas separadas por apenas cinco metros y por delante de la frontal para, con la masificación de piernas, tratar de cerrar los espacios y obligar al rival a buscar los disparos desde la distancia, fáciles para Pacheco.

Con orden, pese a algún problema con alguna pérdida tonta, el Alavés fue capaz de aguantar ante esa sensación de asedio constante a la que someten los blaugranas. Y, también, cuando le dio precisión al pase de salida, llevó el miedo a la portería de Ter Stegen, como con una cabalgada de Pedraza que no pudo embocar Sobrino, aunque la jugada quedase anulada por fuera de juego.

Las acciones ofensivas eran demasiado aisladas como para soportar la creciente presión del rodillo barcelonista. Como si de rugby se tratase, los de Valverde iban ganando metro a metro. Sobre todo cuando el técnico detectó el grave problema de los extremos, sobre todo Ibai, para echar una mano en defensa a los laterales y cerrar los desdoblamientos por los flancos. Por fortuna, aparecía gigantesca la figura de Ely para ir despejando todos los balones que llegaban al área.

Falla el remate Tras esos momentos de sufrimiento, El Glorioso se asentó mucho mejor todavía. Con confianza, adelantó líneas en la presión. Y también acertó en el primer pase, clave para desarbolar al Barça. Así, en una salida precisa, Manu García le dio la ventaja a Sobrino para que se plantase en el mano a mano ante el guardameta alemán, que estiró la pierna izquierda para sacar el remate cruzado del de Daimiel. Estallaba Mendizorroza con un equipo digno de llamarse así y que seguía generando peligro a balón parado. En esa explosión, en una falta lateral el colegiado decretaba penalti por derribo de Ely a Piqué. Lo que parecía que iba a ser un jarro de agua fría sobre el ánimo alavesista se convirtió en una nueva demostración del calibre de Pacheco, tan santo como de costumbre deteniendo el disparo de Messi para dejar el duelo en tablas al descanso.

Dos errores, dos goles Tras el intermedio, fue de nuevo el equipo de Zubeldía el que puso primero en situación de jaque al rival con un centro de Ibai que Manu no llegó a rematar por poco. Por desgracia, en la siguiente opción Messi, demasiado cómodo en el área y ayudado por un rebote en Alexis, no falló y adelantó, sin necesidad de casi nada a los culés en el minuto 55.

A partir de entonces, el Alavés ya fue mucho más corazón que cabeza y acabó condenado a un segundo gol de Messi ya definitivo apenas diez minutos después por un nuevo error, en este caso de Alexis en la salida de balón que estrelló directamente contra el argentino, que fusiló a placer.

Pese al 0-2, El Glorioso se reafirmó en la máxima de que es un equipo que nunca se rinde y con los cambios -demasiado tardíos, sobre todo en algunos casos- siguió insistiendo hasta el final en busca de un gol que diese la imagen real del desarrollo de un partido que Zubeldía tiene que tomar como referencia a seguir en la búsqueda de redondear su idea. Capacidad de sacrificio hay de sobra, mimbres hasta el centro del campo también maneja, lo que falta es que aparezcan los jugadores necesarios para marcar las diferencias en el área y que los esfuerzos acaben teniendo la recompensa merecida.

Buenas sensaciones. Si en el arranque del curso el Alavés ofreció una imagen tremendamente preocupante, en el duro examen que ayer tenía contra el Barcelona el técnico consiguió darle una vuelta de tuerca a su equipo para convertirlo en competitivo. Durante prácticamente una hora de juego, su ‘Glorioso’ hizo algo más que plantarle cara al Barcelona con una defensa ordenada que cerró espacios. Errores con el balón y la falta de puntería arriba fueron determinantes.

El brasileño ha arrancado la nueva temporada a un nivel incluso mejor que el que tenía cuando acabó la anterior. Pese al penalti sobre Piqué, un partido sobresaliente.

Que Zubeldía apostase por el bilbaíno como titular en detrimento de Burgui fue una decisión tan extraña como desacertada. No aportó absolutamente nada y solo perjudicó al equipo.