Despedida por todo lo alto
El Alavés jugó su último partido en el viejo San Mamés en Segunda B en un encuentro victorioso que fue decisivo para el ascenso
Vitoria - El Deportivo Alavés debía haberse estrenado en el nuevo San Mamés la pasada campaña en la antepenúltima jornada liguera, cuando le tocaba visitar al Bilbao Athletic, pero las últimas obras en el estadio llevaron ese duelo, a la postre trascendental, a Barakaldo. Se esfumó entonces la opción de debutar por todo lo alto en el nuevo complejo, lo que hubiese supuesto repetir la sensacional despedida que se le dio al antiguo y original San Mamés. En uno de los últimos partidos oficiales que se disputaron en dicho recinto, El Glorioso dio un paso de gigante hacia el ascenso a Segunda División.
Enrolado en Segunda B, el cuadro albiazul tenía que visitar al Bilbao Athletic en la antepenúltima jornada liguera. Todos los duelos anteriores entre estos dos equipos en la categoría de bronce se habían disputado en Lezama, pero ese choque, trascendental para los dos contendientes, se trasladó a San Mamés. Allí, el 4 de mayo de 2013 el equipo de Natxo González dio el golpe de mano que le aseguró prácticamente el liderato del grupo, posición que le allanó el camino hacia su posterior ascenso contra el Jaén.
En una jornada aún recordada con enorme cariño, el alavesismo tiñó el estadio bilbaíno de azul y blanco en uno de los desplazamientos más masivos de su historia. Alrededor de cinco mil seguidores del Glorioso se plantaron en Bilbao para ver un partido memorable de su equipo, que hubo de remontar el gol inicial de Guillermo Fernández para llevarse la victoria que le dejaba a las puertas del primer puesto.
Atacando sobre el fondo en el que se encontraba la marea albiazul, Borja Viguera de penalti y Óscar Rubio le dieron la vuelta al marcador ante el delirio de una grada más alavesista que nunca. Se vino abajo San Mamés aquel día. Después de tantas y tantas frustraciones en ese estadio que estaba a punto de desaparecer, la despedida no podía ser mejor. Tuvo que regresar el equipo desde el vestuario para saludar a la afición en una comunión excepcional que tendría su punto culminante apenas un mes después con el regreso a Segunda División.