Vitoria. Nervios a flor de piel, sudores fríos, dedos que repiquetean sobre la mesa, gemelos que se estiran y luego se contraen para componer un silencioso redoble de bombo sobre el piso. Tarde de transistores. Ahora, de Twitter, apuestas online, webs deportivas? Televisión, cómo no. Al inmaculado transitar albiazul a lo largo de esta campaña 2012-13 le había salpicado tan sólo una gotita de aceite. Pero del bueno, de Jaén. Además, mediante uno de los resultados que más da por menos en estas eliminatorias a doble partido. El 1-0 era una noticia difícil de asumir para la, a día de hoy, consentida, en lo deportivo, afición babazorra. Pero cuando la resignación en este primer tramo del cruce parecía la única postura, cuando la esperanza residía en una victoria de autoridad en Mendizorroza, Viguera asestó un directo a los andaluces que puede ser definitivo.
El gol del riojano dio un vuelco de 180 grados a los pronósticos de cara al desenlace de esta eliminatoria. Los rostros, de semblante inquieto, se tornaron esperanzados, optimistas, eufóricos. La afición, persistió finalmente en su creencia inicial. El ascenso está al alcance de la mano. Es más, está casi hecho por plantilla afición, resultado del primer choque, terminar en Mendizorroza?
Pero no hay necio que no sea confiado, dice el refrán. O confiarse es la madre de todas las cagadas por expresarlo de una manera más explícita y contemporánea. Ya lo advertía esta semana Natxo González en rueda de prensa, y es que en el entorno albiazul se ha contagiado la euforia. Como un virus. Normal tras las recientes decepciones sufridas por los aficionados y, del mismo modo, inaceptable para un plantel profesional que no debe relajarse hasta que el ascenso sea un hecho. Nada hace apuntar a esta posibilidad tras la campaña firmada por los jugadores que trabajan a las órdenes de Natxo González pero, irremediablemente, la afición gasteiztarra transmite sensaciones de un optimismo desmedido.
Habrá que tener en cuenta que no es la parroquia babazorra el único frente optimista dentro de esta batalla de emociones. En Jaén, tierra de leyendas, las gestas encajan en el imaginario popular. Como un guante. La primera ya está certificada. El Real Jaén se ha convertido en campeón de su grupo con un presupuesto más que humilde. Los jiennenses han convertido el defecto en virtud y han tirado de la implicación territorial. El resultado: una plantilla con trece integrantes oriundos de la provincia y que sólo tiene en Cascón y Damián -incluido técnico, director deportivo y presidente- a jugadores nacidos fuera de los límites que establece Andalucía. La segunda tratará de realizarse este sábado y a costa del Alavés.
El equipo lagarto tratará de hacer honor a la más extendida de sus leyendas: la que le ha otorgado este gentilicio coloquial; la que bautizó a un efímero torneo futbolístico, el Trofeo Lagarto; la que dio nombre, asimismo, al Lagarto Rock, festival de promesas en las que han triunfado bandas como Los Carniceros del norte, El columpio asesino, Ainara Legardon o Guadalupe Plata; la que denomina a parte de su hinchada, Orgullo Lagarto; a la que se tributa con una estatua en el centro de la ciudad? Hasta de la capital de la provincia se dice que tiene forma de lagarto. Queda clara la trascendencia del reptil en la tradición popular jiennense. El título de la leyenda es El Lagarto de la Malena o Magdalena y cuenta como un hombre (preso o pastor, según la versión; de hecho existe una tercera, menos aceptada, en la que el protagonista es un caballero) consiguió hacer salir de su cueva a un temido lagarto -también tratado de dragón, en este punto la historia también varía- que tenía asustada a la población de la villa para, mediante triquiñuelas, hacerle reventar.
Es el guión que se espera de un equipo disciplinado pero bravo, con hechuras similares a las de este Deportivo Alavés. Mantener la portería a cero será una máxima y de esa cueva tratarán de sacar los jiennenses al equipo albiazul. Por lo civil o criminal. Por medio de la garra y el pundonor de quien se sabe cumplidor pero aún no vencido. Y por medio, si hace falta, de leyendas como las que alimentan el folclore de la capital del Santo Reino. Por parte de la afición albiazul, poco más quedará que animar y ahuyentar malos augurios con antídotos que parecen concebidos a tal fin: ¡Lagarto, lagarto! Como decían nuestras abuelas.