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La iglesia alavesa fija un código para evitar abusos a menores

El documento establece normas de actuación, formación y prevención con el objetivo de ser “una Iglesia segura”

La iglesia alavesa fija un código para evitar abusos a menoresPilar Barco

La Diócesis de Vitoria aprobó este jueves un nuevo protocolo destinado a prevenir los abusos sexuales a menores, que incluye un amplio conjunto de medidas, entre ellas la firma voluntaria de un documento en el que las personas que trabajen con menores manifiestan su rechazo a todo tipo de maltrato o abuso, ya sea físico, psicológico o sexual.

El Obispado de Vitoria celebró una jornada sobre buenas prácticas para la prevención de abusos en la Iglesia, en la que se presentó el nuevo protocolo. Este documento actualiza una versión anterior y repasa también el Plan de Reparación Integral a Víctimas de Abusos Sexuales (Priva).

El plan, aprobado el año pasado por la Conferencia Episcopal Española y la Conferencia Española de Religiosos, ofrece un marco de reparación a las víctimas de abusos sexuales cometidos en el ámbito eclesiástico, especialmente en aquellos casos que ya han prescrito civil o canónicamente.

En él se subraya la necesidad de elaborar protocolos de actuación en cualquier ámbito donde haya menores y de promover procesos de formación que permitan detectar y denunciar intentos o actos de abuso.

El documento insta a que las muestras físicas de afecto deben realizarse “con mesura y respeto” y aconseja evitar permanecer a solas con un menor, por ejemplo en una sacristía, y nunca con la puerta cerrada

Una Iglesia segura

El Protocolo Diocesano de Protección, Prevención y Actuación frente a Abusos Sexuales a Menores, presentado este jueves, es fruto de más de un año de consultas, reuniones y redacción de borradores. Su objetivo es garantizar que todos los espacios eclesiales de la diócesis sean lugares seguros y que tanto el personal religioso como el laico cuenten con formación específica en prevención.

El documento pretende que todo el personal tenga claros los riesgos que deben evitarse, las responsabilidades y roles de cada uno, los canales de comunicación y las actuaciones que deben realizarse en caso de detectar un posible abuso.

La diócesis se compromete a prevenir cualquier forma de violencia física o mental, abuso, negligencia, abandono o explotación, tanto en las relaciones interpersonales como en las estructuras o actividades recreativas de la Iglesia.

También se compromete a iniciar procesos penales ante cualquier caso de abuso cometido por personas sometidas a su jurisdicción, según el Código de Derecho Canónico.

Asimismo, establece que quienes sean condenados por abusos serán apartados de sus funciones y recibirán apoyo psicológico y espiritual para su rehabilitación, con el objetivo de su reintegración social. El protocolo también contempla “hacer todo lo posible para rehabilitar la reputación de los acusados injustamente”.

Jaime Tapia, uno de los autores del código de la iglesia alavesa. | FOTO: EFE

Cómo actuar

El texto explica cómo proceder ante la revelación de un posible caso, subrayando que no debe actuarse como si se tratara de un interrogatorio, ni pedir detalles en un primer momento ni cuestionar el relato del menor. Se recuerda la obligación de comunicar los hechos al Ministerio Fiscal y a la autoridad eclesiástica.

Todos los sacerdotes y laicos firmarán voluntariamente un documento de responsabilidad personal, en el que expresarán su rechazo a cualquier forma de abuso y su compromiso con la protección de menores. En caso de incurrir en conductas inapropiadas, deberán participar en actividades de formación y sensibilización sobre la materia.

Se recuerda la prohibición absoluta de juegos, bromas o castigos con connotación sexual, así como de cualquier conducta que implique o sugiera desnudarse o besarse

El protocolo detalla normas concretas, como que las muestras físicas de afecto deben realizarse “con mesura y respeto”, nunca de manera desproporcionada, y que se debe respetar la voluntad del menor si las rechaza. También se aconseja evitar permanecer a solas con un menor, por ejemplo en una sacristía, y nunca con la puerta cerrada.

Se recuerda la prohibición absoluta de juegos, bromas o castigos con connotación sexual, así como de cualquier conducta que implique o sugiera desnudarse o besarse.

El texto aborda también situaciones en las que un menor pueda sentir afecto o enamoramiento hacia sacerdotes, catequistas o monitores, explicando que estos sentimientos suelen responder a una idealización del adulto. En estos casos, el adulto debe ser plenamente consciente de su responsabilidad y nunca debe responder ni insinuarse positivamente.