Buena parte del alumnado de Educación Secundaria, concretamente de los cursos segundo y tercero, duerme menos de las ocho horas diarias recomendadas para su edad.
El 85% no alcanza esa cifra de lunes a viernes y casi uno de cada tres descansa menos de siete. La tasa de quienes duermen por debajo del umbral mínimo desciende al 62% los fines de semana, aunque sigue siendo “una barbaridad”, según enfatiza Carla Pía, neurofisióloga clínica en la Unidad Funcional del Sueño de la OSI Araba, en conversación con NOTICIAS DE ÁLAVA.
Tendencias de sueño
Así se desprende de un estudio liderado por un equipo de este servicio con base de operaciones en el HUA-Santiago, cuya autora principal es la propia Pía, que ha analizado las tendencias de sueño de alrededor de 70 adolescentes de los centros educativos Corazonistas, Zabalgana y San Prudencio de Gasteiz.
Los investigadores monitorizaron al alumnado a lo largo de dos semanas con actímetros, una herramienta biomédica similar a un reloj de pulsera que ofrece información sobre la cronología y la duración de los episodios de sueño.
La investigación partió de una realidad “más que estudiada” en palabras de Pía, que “el niño que duerme mal rinde mal” durante su jornada escolar. La especialista, que ya ha logrado corroborar que la juventud participante por lo general “duerme poco”, trata ahora de confirmar esa primera hipótesis: “que los que descansan poco sacan peores notas”.
Tras proporcionar a los adolescentes participantes distintas estrategias para lograr una calidad de sueño más óptima, Pía y su equipo analizarán en una segunda fase ya en marcha si los jóvenes consiguen dormir mejor y si, a la larga, eso “marca la diferencia” en su rendimiento académico futuro.
Otras consecuencias
Más allá de ello, la principal responsable del estudio pone el foco en otras consecuencias de descansar menos de lo recomendando: “salud mental, problemas de atención o de memoria, cometer errores, irritabilidad... además, se sabe que dormir mal implica riesgo cardiovascular a largo plazo”, tal y como enumera Pía.
La aplicación de técnicas de terapia cognitivo-conductual con los jóvenes para tratar de incrementar sus horas de sueño o “al menos procurar que ese sueño sea de mejor calidad” forma parte de esta nueva etapa del estudio en la que la facultativa tratará de ratificar “si los que duermen menos son los que tienen peores notas”.
Alrededor de 70 alumnos de segundo y tercero de ESO de Corazonistas, Zabalgana y San Prudencio han participado en el trabajo
“Hemos seleccionado a parte de los chavales que dormían poco y tenían las notas más bajas. Y ahora, les estamos entregando las pulseras de actividad otra vez para ver si después de la terapia hay cambios o no”, expone la especialista.
Darle a los jóvenes medidas de higiene de sueño, intentando “adecuar o revisar” ciertos estilos de vida, es en palabras de Pía “la primera estrategia y más básica” para ayudarles a mejorar en este aspecto. La facultativa, por ejemplo, apunta que “lo ideal” sería que los adolescentes “no hicieran deporte a última hora de la noche”, pues tiende a activarles.
También trata de aportarles estrategias “un poco más definidas”, como el llamado control de estímulos, que pasa por hacerles ver que la habitación debe ser exclusivamente –en el caso de los jóvenes– un espacio para dormir, y no para estudiar, comer o jugar a videojuegos. “Todo esto tiene que ser fuera de la cama y, si es posible, fuera de la habitación”, remarca.
De Gasteiz al mundo o, cuando menos, a nuevas localidades del Estado con características distintas a las de la capital alavesa. Es la aspiración de Carla Pía, neurofisióloga clínica en la Unidad Funcional del Sueño de la OSI Araba, al ser cuestionada por el recorrido que todavía tiene por delante la investigación que ha liderado en torno al descanso del alumnado de Educación Secundaria en la ciudad. “Nos gustaría que este trabajo se amplíe a otros lugares y se pueda hacer multicéntrico, en toda España. Ya hay gente trabajando en esto en Europa, con proyectos que son muy bonitos y que esperemos sienten las bases de algo legal. Porque una cosa es lo que dice la ciencia y otra, lo que después se hace”, apunta la investigadora, aludiendo a la puesta en marcha de políticas concretas que ayuden a la población adolescente de estas edades a mejorar su higiene del sueño. Por de pronto, la ciudad de Valencia se encuentra ya en los próximos planes del estudio impulsado desde el servicio emplazado en el HUA-Santiago de la capital alavesa. La dinámica consistiría igualmente en implicar a distintos centros educativos de la ciudad levantina y “no solo analizar cómo es el sueño” del alumnado, “sino también qué cosas le influyen para dormir bien o mal”. ¿Y por qué Valencia? Precisamente, por ser tan diferente a Vitoria. “Para empezar tiene más horas de sol y sabemos que la luz está muy implicada en dormir bien o mal. Además, las horas de luz son un poquito diferentes, porque anochece antes al estar más al este”, expone la investigadora principal. Independientemente de que la investigación pueda seguir o no en Valencia, el trabajo no se detiene en Vitoria, donde el equipo liderado por Pía se encuentra ya en la fase final del segundo año de análisis al alumnado. Una segunda etapa en la que la profesional tratará de certificar esa relación directa entre dormir mal y un peor rendimiento académico. “En el primer año solamente analizamos sueño y notas y hemos comprobado que duermen poco. El resto lo iremos sabiendo a partir de ahora”, remarca. “Sin analizarlo bien no me atrevo a decirlo, y es lo que estamos haciendo. Pero la presunción es que sí. Partimos de dos hipótesis: la primera es que los que duermen poco sacan menos notas y la segunda, que si les mejora el sueño, mejorarán esas notas. Ahora nos queda demostrarlo”, remarca. A pesar de todo, y en comparación con otros territorios, la especialista pone en valor que la nota media del alumnado en Gasteiz es “muy buena”. “Hay poco fracaso escolar, entre comillas”, enfatiza. Pía, que en principio quería hacer “una cosa más pequeña que después se ha convertido en un proyecto mucho más grande y mucho más bonito”, destaca también el “respaldo” y la ayuda de todo el equipo que la está acompañando.
En caso de que el problema sea no solo de conciliar el sueño, sino también de mantenerlo, la neurofisióloga advierte de que “estar en la cama dando vueltas de un lado para otro tampoco es bueno, porque fomenta la hiperactividad mental”.
Por ello, la especialista trata de inculcar a los jóvenes que, en estos casos, ayuda y mucho “levantarse de la cama, sentarse en una silla, hacer alguna actividad relajante y solo cuando vuelta el sueño, volver a acostarse”.
Factores externos
Con todo, una de las principales conclusiones de esta investigación es que el propio horario escolar “podría no ser el adecuado para este grupo de edad”.
“Estaría bien que los chavales de Secundaria sigan entrando a las 9.00 horas a clase, como hacían en Primaria, aunque entiendo que luego haya más cosas implicadas como la conciliación familiar o que tienen que dar una determinada materia en un tiempo también determinado”, apunta Pía.
No es baladí que, según ha certificado también la investigación, el 32% de los estudiantes hayan mostrado el llamado cronotipo vespertino, conocido como búho, coincidente con los cambios fisiológicos propios de su fase vital, en la que los adolescentes tienden a conciliar el sueño más tarde y, por ello, a necesitar levantarse también más tarde. Solo el 1% se ha clasificado en el cronotipo matutino o alondra.
La investigación ha puesto de relieve además algo “estadísticamente significativo”, que los adolescentes se acuestan una hora más tarde los fines de semana respecto a la media semanal de las 22.30 horas.
“Esto quiere decir que estos chavales se están acostando a una hora a la que no quieren hacerlo, que lo hacen por imperativo legal”, tal y como apunta la neurofisióloga clínica. Y que llegan ya a la jornada del lunes “todavía con más déficit de sueño”.
Otras materias
Si no se retrasa el horario de entrada a clase en Secundaria, Pía cree que una buena solución podría ser programar a primera hora “materias más lúdicas y estimulantes y menos intelectuales”, como Educación Física en lugar de Matemáticas o Historia.
Otra, que los jóvenes acudan en la medida de lo posible a sus centros escolares en bici o paseando. O no poner exámenes a primera hora. Por otro lado, insta a evitar el uso de dispositivos electrónicos por la noche.
Al margen de estas recomendaciones, Pía remarca la necesidad de adoptar a nivel local, como mínimo, el actual horario de invierno para que haya más luz por las mañanas y menos por las tardes y noches, como vienen reivindicando de forma insistente los especialistas en Sueño desde hace ya mucho tiempo.