En la última entrevista a este periódico aseguró que el consumo precoz de porno violento era un factor destacado en el incremento de la violencia sexual de menores. Hace dos semanas, la Fiscalía insistió en esta conexión.
Vivimos en una sociedad hipersexualizada. El sexo se encuentra en las series, las películas, los videojuegos, las canciones (muchas de ellas terriblemente violentas desde el punto de vista sexual) y, por supuesto, en el porno. Es un elemento clave. No es el único ni hay una relación causa-efecto, pero sí debemos considerar muy seriamente el consumo de pornografía con el incremento de la violencia sexual de menores. Muchos se inician a los 6 años y en España la mayoría de los chavales de 16 ya ha visto porno. Además, según un estudio de Baleares, antes de cumplir los 20 años, un 25% de los jóvenes consume entre 1.000 y 5.000 horas de porno. Estamos ante un síntoma claro de adicción.
Y lo más grave es que ven un porno con muchas dosis de violencia.
Así es. Según un estudio del Senado francés, el 90% de los vídeos que ven los jóvenes es violencia real. El porno violento es el referente educativo de muchos jóvenes. Y los mensajes que transmite son terribles. El primero es que es muy fácil follar. En ningún vídeo el hombre ha desistido de seguir adelante. El segundo mensaje es que normaliza la violencia sexual. Trasladan que es normal que el hombre se excite ejerciendo violencia y que la mujer sufra. El porno muestra que a las mujeres les gusta que las fuercen o, incluso, que las violen. Luego uno entiende mejor casos como el de la niña de 11 años de Badalona que fue brutalmente violada por otros menores que subieron el vídeo a Internet demostrando una ausencia de empatía y compasión. Otra consecuencia del porno para quien la mujer es sólo una masa de carne con tres agujeros para que el hombre eyacule.
Como en tantos ámbitos de la sociedad, la mujer está de nuevo en una situación más vulnerable.
Las mujeres se comen el marrón siempre porque aunque ven menos porno se van a enamorar de un chico que ve y le va a imponer su modelo sexual. El de la violencia. Hay niñas que soportan una penetración con dolor porque a su novio le gusta, porque sus amigas lo hacen, porque la chica del porno lo hace con facilidad y le encanta... Esa chica está practicando sexo con dolor y sin placer. Mensajes brutales que los menores ven a diario y les parecen normales porque no tienen otra alternativa. Es lo que denomino la generación de niñas y niños pornográficos, menores que han sido educados o que han tenido como referente educativo, sobre todo, el porno violento en ausencia de educación sexual y por tanto lo validan como normal porque lo ven a diario. ¿Por qué lo validan? Porque ven que un hombre y una mujer reales se excitan haciendo practicas violentas y ellos se están sintiendo excitados. Hay que cambiar este modelo. Yo propongo una sexualidad positiva que tenga que ver con el afecto, el encuentro, la empatía, el placer, el deseo, pero siempre de mutuo acuerdo. Tenemos que hacerle la competencia la porno.
Y todo debe empezar en casa. ¿Por qué a los padres y madres les sigue costando tanto hablar de sexo?
Entiendo que es difícil, pero hay que hablar de las relaciones sexuales, de la masturbación, del placer sexual... Aunque los padres y madres se pongan nerviosos hay que romper ese tabú porque los riesgos son enormes. Les hablamos del óvulo y del espermatozoide pero no de por qué tengo una erección cuando veo una película o estoy con Maripili. Y entonces los chavales van a buscar esa información fuera. El futuro sexual y afectivo de nuestros menores está en juego. Los que trabajamos en conducta sexual sabemos las consecuencias que tiene una mala educación sexual.
Usted tiene una amplia experiencia en educación sexual, ¿cómo cree que deben abordar los progenitores estas conversaciones?
Planteo varias actuaciones. La primera aboga porque los padres y madres se conviertan en modelos educativos, deben ser conscientes del poder que tienen. Les suelo recomendar que se besen, se achuchen, verbalicen que se quieren, que tienen relaciones sexuales, que papá nunca haría daño a mamá... Visibilizar ese afecto porque algunos se piensan que sus padres son hermanos. Mi segundo consejo es que respondan a todas las preguntas sexuales que les hagan sus hijos. Otra cuestión que suelo plantear es que, a lo largo del año, hagan pequeños debates sobre temas específicos como, por ejemplo, las agresiones sexuales y que aprovechen cualquier noticia para recordar sus valores. Hay que hacerle la competencia al porno. Como hacemos la competencia a todas las industrias de adicciones, que son muchas.
El porno es una adicción, es decir, es un problema de salud.
El porno violento tiene una capacidad adictiva superior a otras drogas. Prácticamente lo consume todo el mundo. Excita, da placer, es gratis. Y como tal es un problema de salud, así lo he planteado siempre. No es una cuestión ideológica ni religiosa aunque tiene unas implicaciones enormes tanto ideológicas como religiosas. Pero como profesional de la salud he constatado que el consumo de pornografía puede tener efectos devastadores en la salud sexual y afectiva de nuestros menores. Aparte de la adicción hay alteraciones neuronales de la sensibilidad, su consumo está asociado al consumo de prostitución y de drogas, provoca alteraciones en las relaciones de pareja, aumentan las enfermedades de transmisión sexual porque en el porno no se usa condón...
Y aparte de hablar, ¿no se pueden aplicar herramientas para proteger a los menores en internet?
Los controles parentales son necesarios pero también insuficientes. Hay que capacitarles porque antes o después van a llegar al porno. Si no es desde su móvil lo harán desde el de un amigo y de forma clandestina, lo que genera más interés. Es imposible luchar contra la industria del porno. Hay muchos intereses, es un negocio mayor que la droga. ¿Quién le pone coto al alcohol? Al porno igual. Los políticos sí podrían poner controles a Internet. En las películas que vemos en los cines comerciales y en las series son previamente clasificadas por una comisión interministerial, todas pasan filtro. En internet ninguno. Habría que plantearse algún filtro de esto, por eso yo diferencio películas sexuales eróticas de las películas sexuales porno violentas. Habría que negociar con la industria del porno y habría que ponerse de acuerdo todos los países del mundo. Poner coto a internet es imposible.
En casa se habla poco de sexo y en las escuelas e institutos no mucho más. ¿Sería partidario de una educación sexual obligatoria, que se recoja por ley?
Llevo 45 años defendiendo la necesidad de una educación sexual obligatoria. El porno puede ser un elemento muy demoledor en ausencia de una educación sexual. Si los chavales antes de consumir porno tiene otra capacitación lo verán con otra mirada y podrán decidir si lo ven o no, y qué tipo de porno ven. Pero en ese tema estamos aún en mantillas. Todo el mundo habla de educación sexual. La Iglesia habla de educación sexual, Vox también, el PP, la izquierda… Doy muchas conferencias y me encuentro con madres que están preocupadas porque no saben que educación reciben sus hijos. Tienen miedo de la ideología de género. Mi propuesta es ofertar una educación sexual científica y profesional lo menos ideológica posible y que la pueda impartir profesorado cualificado en las escuelas. Se necesitan programas sistemáticos de educación sexual obligatorios y de contenido científico desde Primaria hasta la Universidad. Tratar de evitar los adoctrinamiento ya sean de derechas, de izquierdas, religiosos…
Y por si no hubiera pocos riesgos asociados al porno la irrupción de la inteligencia artificial no mejora la cosas, como se ha visto con el caso de las menores de Almendralejo.
Hace año y medio en EEUU ocurrió algo similar y pensé como esto no se controle va a a ser un desastre. Imagínate una niña de 12 años que recibe un vídeo porno con su cara y otro cuerpo y le dicen: Si no me haces esto lo reenvío a tus amigos. Esa niña es capaz de hacer lo que sea, hasta prostituirse para que ese vídeo no se difunda. Las nuevas tecnologías, en concreto la inteligencia artificial, ofrecen aún más riesgos. La industria del porno siempre va por delante de nosotros.
De nuevo la importancia de crear un clima de confianza en casa para que se atrevan a contarlo.
Por eso desde que bañamos a nuestros hijos, cuando tienen 2 años, hay que decirles que tienen un cuerpo muy bonito, unos genitales muy bonitos pero que nadie tiene que tocarlos sin su consentimiento. Y decirles que se llaman pene y vagina, y no galletita, porque los abusadores sexuales son listos y maquiavélicos y saben cómo engañarles.
CURSO POSGRADO PIONERO Y DOCUMENTAL 'GENERACIÓN PORNO'
El sexólogo pamplonés es profesor honorífico del primer curso de postgrado único en el mundo Experto/a en prevención de los efectos de la pornografía en la salud afectivo-sexual, que imparte la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. “La primera convocatoria fue un éxito y ya está abierta la segunda. Se imparte de forma on line y tiene una duración de 60 horas”. Por otra parte, el viernes se emitió en ETB 2 el primer capítulo del documental Generación Porno que “constituirá un antes y un después en la historia de la pornografía en España”. El sexólogo está contento porque “mi trabajo haya inspirado a profesionales e instituaciones a llevar a cabo trabajos innovadores”. Por último, a comienzos de año, una editorial catalana publicará su libro Sí, tus hijos ven porno. Manual para madres y padres vergonzosos. “45 años de experiencia volcados en este ensayo destinado a ayudar a las familias en la educación sexual de sus hijos y la pornografía violenta”.