Las comunidades de propietarios de Goikolarra en Amurrio que se han adherido al proyecto de regeneración del barrio –englobado en el Plan de acción para mejorar la situación socioeconómica de la comarca ayalesa y, por tanto, con una importante inyección de ayuda pública– tienen por delante unos meses intensos, ya que la redacción del proyecto de obra deberá estar culminado para noviembre. Con todo, en esta fase tampoco estarán solas, ya que todo el proceso para solicitar presupuestos a empresas y llevar a cabo la adjudicación y contratación ha quedado en manos de una comisión gestora de la que forma parte tanto el vecindario, como el Ayuntamiento y el Gobierno Vasco, a fin de que se lleve a cabo de forma limpia y trasparente, como ocurre en cualquier licitación pública.

Asimismo, este órgano se encargará, una vez redactado el proyecto y previo a la adjudicación de la obra en sí, de dirimir la cantidad que tendrá que aportar cada vivienda a mejorar, en función de la renta de su propietario por lo que –como ha explicado el alcalde de Amurrio, Txerra Molinuevo, en diversas ocasiones– “puede haber gente a la que le salga prácticamente gratis”. En este punto será cuando las comunidades voten de nuevo para dar su sí o su no a la reforma, ya que después no habrá marcha atrás y se activará un proceso similar para hacerse con la constructora.

Hasta el momento, son 84 de las 96 viviendas de Goikolarra –es decir, siete de los ocho bloques de doce pisos que conforman el barrio– las que se han sumado al proyecto de regeneración, que va a consistir en instalar ascensores, mejorar el aislamiento de las fachadas, y dotar de balcones de entre ocho y diez metros cuadrados a todas las viviendas. Además, se mejorará la eficiencia energética gracias a la colocación de placas solares.

No en vano, se trata de un barrio construido en 1954 para –como también ocurrió en el barrio San José, que ha sido mejorado en los últimos años– dar cabida a las personas que, atraídas por el florecimiento industrial de aquella época, se asentaron en el municipio en busca de un futuro mejor. En este sentido, los pisos son de pequeñas dimensiones, motivo por el que se acondicionaron trasteros junto a las casas que, hoy día, arrastran graves problemas de humedades que no es la primera vez que se intentan resolver.

Con todo, este proyecto tampoco contempla abordar este asunto, pero sí mejorar la accesibilidad y eficiencia energética de estos hogares, así como ampliar su superficie mediante balcones y, para ello, se cuenta con 3,1 millones del Gobierno vasco (dentro del Plan de Acción para Aiaraldea), así como con otros 2,6 millones procedentes de los fondos europeos Next Generation que se invertirán en función del número de viviendas que entren en el programa. Además, la inyección pública en este barrio de Amurrio podría superar los siete millones de euros, ya que el Ayuntamiento también ha incluido la urbanización de la plaza central, en torno a la que se encuentran los bloques de viviendas a regenerar, en el Plan Foral de Obras y Servicios 2024-25. Se trata de un proyecto paralelo cifrado en 1,4 millones, con el que se pretenden renovar todos los servicios soterrados, las aceras y las zonas verdes.

Oficina de barrio

De cara a tener informados a la población residente en Goikolarra de todo lo concerniente a detalles legales y urbanísticos, así como de ayudas económicas a la que puede acceder para sumarse al proyecto de regeneración del barrio, ya hace un año que el Ayuntamiento instaló una oficina de proximidad, denominada Opengela. Un sistema europeo que comenzó a implantarse hace cuatro años en Euskadi, con los proyectos piloto que se llevaron a cabo en el barrio bilbaíno de Otxarkoaga y el eibarrés de Txonta, y que después se extendió a otros municipios como Amurrio (área de Goikolarra) y la vecina Orduña (barrios de Dolores Madaria y Landatas).

Dado el éxito de la fórmula otro de los barrios con los que se esta trabajando en Álava, es el de Zaramaga en Vitoria-Gasteiz. El objetivo en todos los casos es el mismo: desarrollar un nuevo modelo de gestión que ayude a reducir el riesgo de pobreza energética entre la ciudadanía, crear barrios con balance energético cero y amigables con accesibilidad universal en el parque edificado y en los entornos urbanos y que puedan convertirse en sumideros de carbono en una significativa contribución en la mitigación y adaptación a los efectos derivados del cambio climático”.