Los han bautizado con los nombres de Bacatron, Croquetas tierra y mar, Kea, Manitas de cerdo rellenas de boletus, manzana y ciruelas, Maravedí de panceta cebolla y queso y Txerriurdin; y con solo mirarlos se saliva. Y es que la hostelería de Artziniega (en concreto, los bares Ba-tzoki, Ostargi, La Encina, La Villa, Plaza y Pirineum) se ha volcado esta segunda edición ideando las propuestas culinarias con las que están participando –desde el pasado 18 de junio y cada domingo, hasta el 9 de julio, en horario de 11.30 a 14.00 horas– en el certamen de pintxos medievales, lanzado desde el Ayuntamiento, junto con la asociación de comercio local AEME, de cara a dar un revulsivo al sector y dado el éxito que registró la iniciativa el año pasado dentro de la celebración del 750 aniversario de la Villa.

Lo de pintxos medievales viene de que no se pueden emplear en su elaboración ingredientes tales como patata, tomate, pimiento, maíz, chocolate, café, calabaza, mango, judía, cacahuete o pavo; es decir, cualquier producto exportado de América después de 1492, con lo que están solo permitidos los que existían en el municipio en el medievo.

El pincho medieval de Artzi. Araceli Oiarzabal

Otro condicionante es el precio, ya que no pueden ofrecerse a la clientela por más de dos euros la unidad. El ganador, de nuevo, se escogerá por votación popular. Para ello, las personas que los degusten los valorarán en una tarjeta que será sellada por los bares participantes a la hora de pedir el pintxo, y entre las personas que la completen se sortearán tres bonos de 50 euros para consumir en el local ganador. Éste, por su parte, recibirá un premio de 300 euros, junto con una placa que indique que el suyo es el II Pintxo Medieval de Artziniega.

Para completar la experiencia gastronómica, quienes decidan visitar esta villa medieval ayalesa hoy domingo también se encontrarán en el frontón Toñín Luengas con el mercado de productos locales del último domingo de mes, en el que productoras y productores ofrecen su género. Todo él productos de kilómetro cero y de calidad que van desde pastelería, queso o pan, hasta verduras, lociones o cremas.

Mercado de productos locales del último domingo de mes. Araceli Oiarzabal

Fragua y visitas teatralizadas

Desde este mismo mercado, que comenzó a celebrarse en mayo de 2021 con el objetivo de poner en valor el producto local y de la comarca y acercarlo al consumidor final, partirá también al mediodía una de las visitas teatralizadas y gratuitas que está albergando este verano el municipio, de mano de la Cuadrilla de Ayala.

Visitas teatralizadas y gratuitas. Araceli Oiarzabal

Una actividad que se puede hacer en familia y que detalla los momentos clave de la historia de Artziniega, desde los orígenes, lugares emblemáticos y su patrimonio, y de mano de los personajes que la hicieron importante, pues son ellos quienes acompañan al visitante durante una entretenida ruta interactiva.

A éstos les dan vida actores y actrices de Arimaktore, dentro de un ciclo que tendrá su continuidad el 2 de julio, así como a partir de septiembre con otras cinco visitas. Para tomar parte en ellas, dado que las plazas son limitadas, hay que hacer reserva previa de forma online a través de las web basquemountains.com y aiaraldea.org o el teléfono 945 393 704.

Otro reclamo dominical ineludible en Artziniega es la fragua de Pablo Respaldiza, situada en pleno centro histórico y que entra en funcionamiento, cada domingo, para disfrute del visitante. Se trata de un taller artesanal rehabilitado por la Asociación Etnográfica Artea (creadora del también aconsejable museo etnográfico), que estuvo al servicio de Artziniega y su comarca. 

Todo tipo de herramientas salían de las manos del herrero: útiles domésticos, aperos de labranza, herraduras, clavos, tornillos, verjas y, en especial, la rueda de rejas, para los carros de bueyes, que llegó a exportarse fuera del País Vasco. Diversos documentos atestiguan que las fraguas y el oficio de herrero han formado parte de la historia y de los modos de vida de este municipio, al menos, desde la Edad Media, aunque cayeron en desuso con la mecanización del campo y hoy día es un tesoro etnográfico.