Ya desde el verano se veía venir. La climatología tan cambiante y sorprendente estaba afectando a los olivos y se apreciaba a simple vista en los propios árboles. Pero al final, los resultados han sido peores de lo esperado y no es un consuelo el saber que en todas parte del Estado ha ocurrido lo mismo.

El presidente de la Asociación para la Promoción del Olivo y del Aceite de Rioja Alavesa (Aprora), Iker Díaz de Cerio, reconoce a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA que “la cosecha de oliva de este año no es que haya sido más pequeña que en otras campañas, sino un montón de más pequeña".

"En cuanto a cantidad hemos tenido una merma de un 60%, incluso hay sitios, explotaciones, que han padecido un 70% de merma. Por eso ha sido bastante desastrosa en cuanto a la cantidad debido a lo que ya sabemos: que el año ha venido un poco raro en cuanto a lo meteorológico”, asume Díaz de Cerio.

Una situación ya anticipada

Esa situación ya la anticipaba el gerente de la asociación, Jorge Martínez. Este señalaba a este periódico el pasado verano que “esta campaña se ha visto muy condicionada por las olas de calor y por la sequía. La primera ola de calor llegó a nuestra comarca cuando estaban los olivos en plena floración, esto provocó que las flores se marchitasen y la tasa de cuajado disminuyera, dejando mucha menor carga de aceitunas que otros años. No hubiera sido tan grave este hecho si durante el verano hubiese llovido algo, pero además de no llover, hemos tenido un año de record de temperaturas altas y de escasa humedad relativa”.

En los mismos términos coincide Díez de Cerio manifestando que “en mayo, en plena floración de nuestros olivares, hubo una ola fuerte de calor, de hasta 40 grados. Hay que tener en cuenta que nuestros olivares son bastantes sensibles al calor, y esas temperaturas de mayo hicieron que la flor se secara, se cayera y no ligara la oliva”.

Además, a ello se sumó la sequía general, a pesar de que al olivo no le afecta tan fuerte la falta de agua como a otras plantas. “Así que entre uno y otros factores se ha provocado que hayamos tenido una merma tan importante”.

Resignación

Dado que en la asociación hay socios de todo tipo, desde trujales a bodegas, el problema ya se ha hablado entre ellos y “los socios, lo que han manifestado, es más resignación que otra cosa, porque si fuera una cosa exclusivamente nuestra, algo de Rioja Alavesa, o de La Rioja o de Navarra, pues habría preocupación… Nosotros sabemos que el olivar, su cultivo, es vecero: hay años que da mucho y años que da menos, pero este año ha sido una cuestión global, no es algo exclusivamente nuestro. De hecho, los olivares de Jaén también han tenido mermas de hasta el 60%. Por eso hay resignación más que preocupación”, añade el presidente de Aprora.

Iker Díez de Cerio comenta que aún no se tienen las cifras exactas de kilos y producción de aceite. Por ello se está a la expectativa, ya que al haberse producido un descenso de este calibre “tenemos que ver cómo afecta al mercado del aceite este año”.

Lo que tienen claro es que el causante de esta situación es el cambio climático. Los productores “lo estamos viendo día a día. La agricultura depende absolutamente del clima y el clima está cambiando. Y mucho. Estamos viendo como este año 2023 y finales de 2022 hay temperaturas extremadamente altas para esta época del año y además hay muy poca precipitación. Eso es un problema y todo es debido al cambio climático”.

Difícil encontrar salidas

A ello se suman “las estacionalidades, los cambios tan grandes como que de repente tenemos olas de calor de 40 grados, luego nos baja de repente a 20 y todo fuera de sitio”.

Díez de Cerio recuerda que “antes las olas de calor aquí, en Rioja Alavesa, se daban a veces en julio, y los meses de agosto eran más frescos, pero ahora es que tenemos desde mayo unos calores extremos y efectivamente es debido al cambio climático generado en gran parte por la actividad humana”.

La cuestión es que es difícil encontrar salidas a esta situación, alternativas para hacer frente a estos cambios tan radicales del tiempo. Por un lado, “en cuanto a la sequía, sí es posible paliar de alguna forma sus consecuencias” y menciona medidas como “aplicar técnicas como el riego por goteo o con directrices de agricultura regenerativa, o aprovechando las curvas de nivel para el almacenamiento del agua… Hay técnicas para el tema de la sequía”.

Lo complicado “son las temperaturas. El olivar se podría cambiar algo a través de la poda para que no afectara tanto el calor, pero no es tan importante la poda en ese sentido con respecto a las temperaturas como es en la viña, por ejemplo. La principal dificultad es que la flor del olivo está hacia afuera y es bastante sensible a estas circunstancias. Hay técnicas, pero no son tampoco la panacea”, concluye.

Las cifras de la última campaña

Ahora se mira a las cifras del año pasado. Una campaña que arrancó el 31 de octubre de 2021 y se prolongó hasta el sábado 8 de enero de 2022. En total se molturaron 840.000 kilogramos de aceitunas en los trujales de la comarca, de los que se obtuvieron unos 164.000 litros de aceite, de los que unos 41.000 litros se destinaron a la venta y el resto a autoconsumo.

Por zonas de entrega, en el Trujal La Equidad de Moreda se procesaron ese año unos 215.000 kilos de aceitunas; en el Trujal-Almazara de Oion, 450.000 kilos; en Erroiz, de Lanciego, 92.000, y en el municipal de Lanciego 83.000. Este año apenas se llegará a los 300.000 kilos y poco más de 65.000 litros.

Ampliación empresarial: Arratzua-Ubarrundia

  • Una orden foral ha aprobado definitivamente una modificación puntual del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Arratzua-Ubarrundia relativo al territorio de la Junta Administrativa de Durana y a su suelo industrial. Se trata de una medida que posibilita un mejor uso del suelo ubicado en Durana, junto a Eskalmendi y la carretera foral A-3002, limítrofe con Vitoria y próximo al suelo de actividades económicas de Gamarra. El espacio concreto está formado por dos parcelas catastrales, la 484 donde se ubica un edificio industrial existente y la 32A. Con la medida se facilita el aumento de la altura máxima de la edificación pasando de los 10 metros actuales a una altura máxima de 19,50 metros desde la cota de acera hasta la parte interior de cercha, viga delta o similar.