“Saaara baja, Saaara, baja”, gritan Haizene, Naroa y Maider, animando a su amiga, la Bruja txiki, para que se descuelgue de lo alto del Ayuntamiento por el cable que acaba amarrado a una excavadora. “No le da miedo bajar, antes ha hecho la prueba y dice que mola, que es divertido, aunque no le gusta mucho el pañuelo en el pelo”, cuenta Naroa mientras la protagonista de la jornada asoma con su cesta llena de caramelos a la ventana y se prepara para lanzarse en plan tirolina.

Hola don Pepito, hola don José /La gallina turuleta... ameniza la fiesta en Nanclares la txaranga La melopea a la espera de la bajada de la Bruja txiki. Niños y niñas se concentran en la plaza para ver el descenso con una alegría inusitada unos y medio asustados otros ante la presencia de los peleones cabezudos. Inaxio, La Txata, Patxi y Tronchabuches salen a la calle como si no hubiera un mañana, sabedores de que hoy se les ponen por delante muchos txikis a los que perseguir y otros muchos que les incitan a la carrera.

Jotas y parque infantil

La mañana ha despertado en Nanclares a ritmo de campanas y jotas para llamar a la misa y a la fiesta. Los más madrugadores, como siempre, los niños y niñas que se tiran por los toboganes del parque infantil mientras la juventud duerme de día las horas robadas a la noche. Y es que, el sábado fue madrugada bruja en la localidad tras el txupinazo.

A medida que avanzan las manecillas del reloj, a la plaza van llegando más y más padres y madres, además de miembros de las cuadrillas que disfrutan del vermú bajo el toldo de algún bar pensando ya en los preparativo de la paella que luego van a degustar. De momento, se lían a asar gambas en un puesto en la calle. “Cómo os vais a poner”, les exclama un vecino que se acerca al rico aroma a gambas.

“Vamos a ver a la Bruja”, pide una pequeña a su ama”. “Cuando vaya a bajar, vamos porque estar allí...”, responde la madre consciente de lo asfixiante de la plaza a las dos y media del mediodía. El sol solapa ya todo el recinto festivo, lo que obliga a desinflar los hinchables ya imposibles de utilizar sin quedarse pegado a la lona.

Aplausos y caramelos

Ya con Sara lista en lo alto de la ventana consistorial, la plaza se va llenando de cuadrillas y niños y niñas, aunque a Haizene le parece que hay “poca gente”. Las tres amigas de la Bruja txiki aplauden y ovacionan a Sara al inicio de la bajada; los peques se acercan a coger los caramelos que la Bruja txiki les lanza cual bautizo y gritan, gritan y corren. 

A mitad de camino, la Bruja txiki se detiene para lanzar unas palabras a su entregado público, para invitar a todos los niños y niñas a la fiesta, contarles lo contenta que está de ser este año la Bruja txiki y lanzar unos goras a Langraitz. Y continúa su recorrido hasta aterrizar en la plaza donde pronto le ayudan a liberarse de las sujeciones al cable para que pose tranquila ante los móviles. 

Hoy, las fiestas continúan con mercado de artesanía, circo, herri-kirolak, pelota, bolos, morcillada popular en el río Antón a cargo de la peña Los Boinas, bailables y bingo en el descanso de la verbena de la mano de la peña Los que faltaban.